Tras el batacazo sufrido en su primer partido del Mundial contra una sorprendente Arabia Saudita, los argentinos volvieron a calentar el mate y absorbieron la dura derrota viendo el empate de su próximo rival, México, contra Polonia. Los jugadores apenas quisieron hablar con la prensa.
Lo hizo el seleccionador Lionel Scaloni porque está obligado. Y Leo Messi porque es el capitán, el líder del grupo y la esperanza de todo un país que vive el fútbol con mucha pasión y desea que su jugador más importante de los últimos tiempos no se retire sin darles un título que desde 1986 se muestra esquivo. Aquella vez tenían a Diego Armando Maradona y Messi no había nacido. Ahora lo esperan todo de él.
“Están muertos”, explicó Messi a los periodistas cuando fue preguntado por cómo estaba el grupo. Normal. Llevaban 36 partidos sin perder en tres años. Y eran los favoritos. “Ha sido un golpe muy duro”. No lo esperaban. “Ahora debemos demostrar si somos un grupo de verdad. Que la gente confíe, que este grupo no los va a dejar tirados. Vamos a intentar ir a ganarle a México para volver a acomodarnos”, añadió el crack ex azulgrana.
Ganar a México es el desafío inmediato de la Argentina de Messi. Al México de un viejo conocido del crack argentino: Tata Martino, rosarino como él y quien fuera su entrenador en el Barça después del fallecimiento de Tito Vilanova.
Con Martino, Messi tuvo uno de sus pocos años sin ganar un título con la camiseta azulgrana. Un error del árbitro Mateu Lahoz impidió en la última jornada que el Barça ganara el partido y la Liga. Ahora los dos se enfrentarán en un encuentro decisivo para sus aspiraciones de pasar a la siguiente ronda del Mundial.
No será fácil que Argentina encaje bien un nuevo tropiezo, y menos ante una selección dirigida por uno de los suyos. Ver a Messi cabizbajo da pena. Tiene una deuda importante con su país. Y pagar esa deuda es su mayor desafío. Para Martino, en cambio, el triunfo sobre su país sería todo un tapabocas para aquellos mexicanos que nunca han creído en él.