¿Qué hacemos? ¿Si el Inter gana nos vamos con la música del Spotify Camp Nou a otra parte? ¿Vamos al estadio y nos arriesgamos a ver otra vez al Bayern ganarnos en casa? ¿O en esta ocasión, como los que estamos nos gastamos todos los hashtags pidiendo dimisiones y ya no nos va el tema porque estamos eliminados, apoyamos a Lewandowski para que nos vengue de todo lo que nos han hecho estos muniqueses?

¿O independientemente del resultado, de que estemos eliminados de la Champions League por segunda vez consecutiva en la fase de grupos, vamos al campo y miramos al palco de autoridades y culpamos a esta junta directiva o comenzamos a pitar a Xavi y a los jugadores?

Es la primera vez que nos encontramos ante esta situación. Cada vez que pienso en la Champions recuerdo aquel golazo de Ronald Koeman contra el Sampdoria en el viejo Wembley, o el cabreo de Messi por no participar de aquel título de París ante el Arsenal, o aquellos momentos tan felices en Roma con Samuel Eto’o, o en Londres con Villa o en Berlín con Messi, Suárez y Neymar.

Nunca antes había imaginado que este Barça, con Joan Laporta de presidente, al que voté con ganas de revivir aquellos tan felices momentos, sufriría esta amarga y dolorosa experiencia. Podía imaginar al Barça  perdiendo en Roma, en cuartos de final, o en Liverpool en semifinales, porque son experiencias que ya he vivido.

Pero nunca, por segunda vez consecutiva, que con Laporta quedáramos eliminados en la fase de grupos de la Champions. Es como si no nos dejaran entrar en la Europa de élite. Qué tristeza, presidente. Puede llenarse la boca y decir que ha salvado al Barça, pero... ¿De qué? ¿De qué han servido sus palancas, vender tanta propiedad de la entidad o prescindir de Messi?