La palabra capitán, ya sea de un barco o un equipo, acarrea un sinfín de obligaciones y responsabilidades. Si se trata de una embarcación, ha de ser el último en abandonar la nave en caso de naufragio, y en un equipo, es el primero que ha de dar la cara cuando las cosas van mal dadas, tanto fuera como dentro del campo. El capitán puede ser una persona admirada u odiada, pero con conocimientos y veteranía suficiente para solucionar los obstáculos que se van atravesando por el camino, con una férrea determinación y un compromiso intachable.
En el Barcelona, ahora mismo, hay cuatro capitanes que, digámoslo sin más preámbulos, no tienen bien repartida su ascendencia y responsabilidad en el grupo. Sólo Sergio Busquets cuenta con el equilibrio suficiente, tanto dentro como fuera de campo, para presumir de tener los galones bien ganados. El resto, por una u otra razón, han visto su influencia mermada de forma alarmante. Gerard Piqué, por poner un ejemplo, ha desaparecido de las alineaciones, siendo ahora mismo un jugador testimonial para Xavi, pero además sus embrollos personales han complicado sobremanera su gestión diaria, ya que le impiden estar cien por cien centrado en su profesión. Jordi Alba también ha desaparecido del mapa, aunque en su caso ya era un capitán sin mucha ascendencia en el grupo: no hay que olvidar que es el último del cuarteto. Y Sergi Roberto es una persona respetada por sus compañeros, pero que aparece y desaparece de la dinámica de grupo por culpa de sus lesiones.
Este cuarteto de capitanes tiene ya fecha de caducidad. Difícilmente veremos a alguno de ellos seguir el año próximo. Busquets lleva tiempo repitiendo, por activa y por pasiva, que quiere probar la MLS (Major League Soccer), mientras que Piqué reconoció que colgará las botas cuando vea que no tiene un rol importante en el equipo. Los casos de Alba y Sergi Roberto están más abiertos, aunque Balde y Marcos Alonso le están tapiando su acceso a la titularidad al de Hospitalet, mientras que el de Reus sólo ha firmado por un año, el tiempo suficiente para que encuentro un equipo y se marche por la puerta grande por los servicios prestados (léase el sexto gol ante el PSG en la remontada del siglo).
Y si unos se van otras han de venir. Y en este caso los brazaletes, que ahora mismo son virtuales, muy pronto pasarán a ser reales. A nadie se le escapa que hay cuatro jugadores que tendrán el honor de asentarse en la capitanía porque ahora mismo ya lo están ejerciendo de facto en el campo. Dos de ellos, tanto por veteranía como por ascendencia en el grupo, se han ganado ya el cielo: Marc-André Ter Stegen y Robert Lewandowski. Habrá que ver quién será el primer capitán y quién el segundo, pero todo esté encarrilado en el club para que ellos sean los encargados de abanderar el nuevo proyecto de Xavi. Para las otras dos plazas se postulan claramente dos jugadores jóvenes y con un compromiso absoluto por los colores: Ronald Araujo y Pedri.
No hace falta ser Nostradamus para profetizar que estos cuatro jugadores van a ser los nuevos capitanes del FC Barcelona. La única duda es si es verdad que hay un outsider que amenaza con romper esta armonía. Y es que llegan voces desde dentro del vestuario que Ousmane Dembelé también querría ser capitán algún día. En todo caso, al bueno del francés habría que recordarle que los capitanes se eligen por votación entre los propios compañeros, y más de uno ya le ha mostrado su sorpresa, e incluso escepticismo, ante la amenaza de presentarse.