Si hay un jugador que lo tiene prácticamente imposible seguir en el FC Barcelona, es Memphis Depay. Mucho peor incluso que Frenkie de Jong, que al fin y al cabo depende de él, y casi al mismo nivel que los descartados que se han quedado en la Ciudad Condal sin participar en la gira americana.
Xavi ya le explicó al delantero holandés que su situación era insostenible. Y no sólo porque, con la llegada de Lewandowski y Raphinha y la continuidad de Dembelé, hay un overbooking en el ataque de proporciones pantagruélicas, sino porque acaba contrato el próximo año y en el club quieren hacer caja con el holandés de una u otra manera.
Como por ahora, Memphis está haciendo oídos sordos a las amenazas del club, la dirección deportiva se está planteando tomar el camino más recto: arrebatarle el dorsal 9. Hay que recordar que el internacional lleva este número desde que se lo reclamara a Braithwaite el pasado verano.
Sin embargo, ahora la situación va mucho más allá de lo deportiva, ya que el dorsal 9 le corresponde, única y exclusivamente, a Robert Lewandowski. De hecho, en el área de marketing han hecho números y las primeras estimaciones son irrefutables: se ingresará un mínimo de 20 millones de euros con la venta de camisetas del 9 de Lewandowski. Actualmente, Memphis no alcanza ni los 50.000 euros.
Así pues, al delantero holandés le espera un futuro desolador en el FC Barcelona. Sin dorsal, sin sitio en el equipo y sin ningún tipo de expectativa a corto plazo. De ahí, que en el club le estén empujando para que acepte alguna oferta. El problema es que el jugador no está por la labor de poner las cosas fáciles. Ni a la hora de ceder el dorsal ni tampoco de aceptar un traspaso.
Respecto al número, en el club ya le han explicado que la potestad de poner y quitar números es del club y en ningún caso del jugador, y que esas decisiones se han de asumir porque en su contrato no hay ninguna cláusula que especifique el número que ha de llevar. Pero el otro aspecto es mucho más delicado, ya que Memphis tiene un contrato en vigor, y si se pone farruco, el derecho le avala.
Por eso, el Barcelona no quiere romper la baraja e intenta llevar este caso con mano izquierda, evitando que la situación se enquiste. La solución consensuada por todas las partes es encontrarle un equipo que encaje en sus exigencias, que no son precisamente baladíes: Memphis quiere un equipo de Champions, en una Liga potente y que le garantice minutos. En el horizonte se encuentra el Chelsea, pero a día de hoy es más una ilusión que una realidad concreta.