Joan Laporta ganó las elecciones del 7 de marzo por inercia. Capitalizó el descontento de la masa social barcelonista en una campaña muy conservadora, sin nombres propios y sin desvelar sus planes. Aseguraba que lo tenía todo atado, pero ni tenía solucionado el tema de los avales ni tenía claro su organigrama deportivo. Se sabía que recelaba de Koeman, un fichaje de Bartomeu, pero sorprende que el Barça sea víctima de la improvisación más absoluta.

Koeman es un mito del Barça que no merece el trato que recibe del club. Heredó un equipo roto, deprimido, en total descomposición, y tras un arranque complicado encontró la fórmula para reanimar al paciente. Alcanzó el cénit con la Copa del Rey y tuvo a mano la Liga hasta la maldita tarde del Granada. Esa derrota, producto de un exceso de confianza, marcó el declive barcelonista y penalizó a Koeman, que nunca fue ratificado por el presidente en los momentos de gloria.

Un mes después del fiasco contra el Granada, de que Laporta sentenciara a Koeman, el Barça todavía no sabe quién será el entrenador de la próxima temporada. Los dos encuentros entre Laporta y el técnico holandés, en el Via Veneto y en las oficinas del club, han sido esperpénticos, impropios de un club con su historia y grandeza. 

Laporta quiere ganar tiempo y, tal vez, confía que Koeman renuncie al año de contrato que tiene firmado para ahorrarse la indemnización. El héroe de Wembley, todavía en estado de shock, tiene la guerra perdida, pero de momento calla para no ofender a nadie ni perjudicar a la institución. Del presidente se sabe que desea a Guardiola con la misma pasión que pasa de Xavi. Y las posibilidades de fichar a Pep, objetivamente, son mínimas. Las otras opciones (Henry, Roberto Martínez….) no seducen demasiado a los barcelonistas.

Al Barça le esperan tiempos duros. La situación económica es delicadísima y Laporta sigue sin abordar la renovación de Messi. El presidente quiere hacer la gran revolución, pero no tiene medios para cargarse a media plantilla. Los fichajes llegarán a coste cero y habrá que pelear hasta la extenuación para soltar lastre. Los Umtiti, Coutinho y compañía no tienen mercado con sus fichas astronómicas. Y la gran movida puede llegar con Sergio Busquets, Sergi Roberto, Griezmann y Alba, a quienes se les pedirá una reducción de sus fichas. Y ya se sabe que nada molesta más a un futbolista que le rebajen el sueldo.