Empieza el show. Nadie sabe que deparará esta temporada, pero con Antoine Griezmann en el equipo el espetáculo está asegurado. El francés se presentó ante su afición en el Camp Nou de la mejor forma. Liderando la ofensiva, remontando el marcador en contra y marcando un doblete para justificar, de momento, algunos euros de los 120 millones que el Barça abonó al Atlético de Madrid.
Un fichaje muy polémico por su pasado --del que nadie se acordó tras el pitido final y su doblete-- pero que trajo a un jugador más cercano al estilo de Piqué que a los azulgranas más reservados. Evitar la confrontación y fomentar los valores son prioridades en el discurso del club, pero a Antoine no le va ese rollo. Le gusta hacerse notar, ser noticia y destacar.
Todos nos preguntábamos qué celebración iba a realizar el ariete en su primer gol oficial como azulgrana. El marcador obligó al galo a reservarse para siete minutos más tarde, con descanso de por medio, sacarse de la chistera un disparo imposible para Dani Martín. Qué golazo y qué celebración. No sé si fuí la única, pero me quedé atónita. Como si llevará toda la vida en Can Barça, el francés celebró con rabia y alegría el tanto tras levantar al estadio de sus asientos. Rozó hasta el desafío. Se autoproclamó uno más de la plantilla --para aquellos que todavía lo dudaban-- y para colmo --y vergüenza ajena de algunos-- se roció en confeti. Para quedarse a cuadros.
Griezmann es un loco de la NBA y la NFL y no hay mejor país que Estados Unidos para encontrar en el deporte un paralelismo con espectáculo. Y Griezmann lo lleva en las venas. El Camp Nou fue una fiesta y Griezmann fue el protagonista. Alegró los ánimos que tanta falta hacía. Eso sí, cuando vienen bien dadas no hay problema, pero los culés lidiaremos con su carácter siempre que cumpla. De lo contrario, las críticas caerán como lo hizo el confeti.
Antoine Griezmann celebra su doblete ante el Betis / FCB
Al barcelonismo más joven le gusta este tipo de jugador. A los periodistas todavía más. Como también nos gusta Dembelé y no precisamente por aspectos como los de Antoine. La paciencia se agota --a mi ya se me ha acabado-- y mientras veo la escabechina que se realiza en redes sociales hacia Ivan Rakitic, tras años de entrega y ejemplo en el Camp Nou, me pregunto ¿cómo puede ser que Dembelé todavía esté en Barcelona? Por mucho menos hemos acabado con la carrera de algunos jugadores y estamos a punto de vender o casi regalar a un jugador ejemplar. La jugada del club es lícita y estratégica, vergonzoso es que vaya a ser por la puerta de atrás.
Gracias, y adiós
La única prioridad, para mí, es que el Barça encuentre un modo u otro de endosar a Dembelé a mejor destino. No hace falta ni que venga Neymar. Que me gustaría está claro, pero que el Mosquito saliera sería, tristemente, una buena noticia. Sus picadas en el verde, las que debería cometer cada fin de semana, son espejismos. Un gran jugador sin continuidad que, al contrario, cava su propia tumba. Sus picaduras, en vez de escocer en la afición rival, atormentan a la propia cada vez que falta el respeto al club. Es evidente que todos, absolutamente todos, cometen infracciones dentro de la 'legalidad de sus contratos', pero Ousmane se ha pasado de rosca. Lesiones a parte, un joven que cobra la friolera de 12 millones de euros anuales no ha entendido todavía lo que es ser futbolista profesional. Ni muchos menos lo que es llevar el escudo del Barça en el pecho. Los culés nos hemos cansado de que las buenas noticias que trae bajo el brazo solo sean altas médicas. Y para colmo, ha aparecido, tímidamente, la cantera.
En definitiva, el fútbol es tan pasajero como dichoso y de las 80.000 personas que acudieron al estadio para ver al equipo en su estreno liguero en casa pocas salieron pensando en que Griezmann nos dejó tirados y grabó un documental sobre su decisión. Otro show del francés. El pasado es pasado para todos. Si hay perdón para Neymar, que lo hizo peor, ¿por qué no va haber para Griezmann?
Bienvenido Antoine con show. Bienaventurado seas Dembelé allí donde puedan colocarte. Y ahora solo falta que vuelva el supuesto heredero, Neymar.