Son tiempos locos en los que la prensa deportiva pierde la cabeza anunciando fichajes por doquier, ofertas que llegan y van, a la baja y al alza, intercambios de jugadores, futbolistas que añoran volver a sus exequipos, otros que quieren salir de donde creían que iban a encontrar el sueño de sus vidas, polémicas por contrataciones familiares y, en definitiva, disparos a todo lo que se mueve. Es la hora del mercado y vendemos y compramos todo.
El socio barcelonista lleva tiempo sin ver a su club fichar un jugador que ilusione tanto a la afición como aquellos tiempos en los que los contratados llevaron el nombre de Johan Cruyff o Diego Armando Maradona. Entre otras cosas porque el mercado no tiene ese tipo de futbolista y el número uno del mundo hoy habita en el Camp Nou. A Leo Messi, que está cumpliendo 32 años hoy, solo lo podemos renovar, o si lo prefieren, no dejarlo marchar. Después de él no hay ningún otro jugador que llame tanto la atención. Alguno dirá que Mbappé. Pues qué quieren que les diga. Es campeón del mundo con Francia pero lo encuentro excesivamente caro y no veo en él un crack que lidere un proyecto. Me podrán contradecir recordando que Cruyff y Maradona, a pesar de ganar algún título, no fueron los líderes esperados. Pero hacían cosas en el campo que entonces no se habían visto.
A mí, en realidad, me haría ilusión encontrar un Ronaldinho. Un jugador que desde que bajó del avión cambió la cara del barcelonismo. Ronnie mostró su dentadura y todos sonreímos. Ronnie hizo el gesto del surfista y un montón de niños y jóvenes de Cataluña empezaron a identificarse igual. Ronnie hizo malabarismos con el balón y esos mismos niños y jóvenes intentaron imitarlo. Ningún jugador como él. Todo lo que hacía en el campo transmitía buen rollo, invitaba al optimismo, irradiaba diversión. Verlo jugar era asistir a una fiesta. Yo quiero un jugador de esas características.
Siento que en ese horizonte solo aparezca el nombre de Neymar, al que cuando llegó al Barça una gran parte del periodismo consideró que iba a ser el mejor del mundo después de Messi. Pero Ney, gracias a su padre y a su mala cabeza, se ha perdido en el camino. Si es verdad que se ha ofrecido al Barça la única posibilidad de vuelta aceptable es a un precio muy inferior del que pagó el PSG cuando lo arrancó de donde nunca tendría que haberse ido. Pero dudo mucho que Neymar esté preparado hoy en día para contagiar felicidad. A no ser que él tenga muchas ganas de volver a ser feliz.