Si Ronaldinho fue nombrado embajador en el mundo del Barça fue por haberse convertido en el futbolista que cambió la cara de tristeza que tenían los culés por la de una alegría desenfrenada. Fue por el subidón que le dio al sismógrafo del Observatori Fabra en el Tibidabo cuando a la 1.20 de la madrugada del mágico 3 de septiembre del 2003 marcó un soberbio gol al Sevilla en su debut con la camiseta blaugrana.

Mi fascinación por Ronaldinho también me viene por el partidazo que se marcó contra el Madrid en el 2005 y en el que acabó siendo aplaudido por un rendido Bernabéu. Mi devoción a Ronnie también es porque fueron muchos los niños que comenzaron a intentar hacer los mismos malabarismos que hacía con el balón, les enseñó lo que era una elástica, empezaron a ovacionar los caños, los sombreros, y nos daban ganas de bailar con él sus goles. Por saludar como un surfero, por las enseñanzas que le dejó a Leo Messi y porque fue un futbolista que devolvió la sonrisa al barcelonismo.

Por todo eso es el respeto, la admiración y el tributo que los culés sienten por Ronaldinho, y por todo eso se le nombró embajador del Barça a nivel mundial. En los últimos días, sin embargo, se ha abierto un debate sobre el brasileño por manifestar su apoyo al candidato a la presidencia de su país Jair Bolsonaro, ultraderechista, militar y racista, que en la primera vuelta de las elecciones fue votado por casi 50 millones de brasileños, y si no salta la sorpresa este domingo será elegido presidente de Brasil.

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Distribución de las elecciones presidenciales de Brasil el 7 de octubre del 2018

Nunca votaré a un ultraderechista y si fuera negro, como lo es Ronnie, todavía menos a un racista. Puede que con su manifestación política, Ronnie haya defraudado a más de un culé, pero no por lo que hizo, aportó y generó en el barcelonismo. Para el Barça, el brasileño seguirá siendo un ídolo y un mito que le cambió la cara a la afición. Cuando fue contratado nadie le pidió que definiera sus ideales políticos. Muy pretencioso y admirable sería que a partir de ahora al fichar un jugador los directores deportivos de los clubes exigieran que marcara goles, defendiera bien, parara penaltis y además siguiera nuestro idealismo político.

Y pregunto: ¿si Messi realizara ahora una manifestación como la que hizo Ronaldinho, exigiríamos que el club rescindiera su contrato? No creo que lo primero se produzca, ni que lo segundo se cumpliera.