El parón de selecciones nos permite recordar los orígenes de dos expresiones futbolísticas que nacieron en los partidos disputados entre naciones. En esta ocasión viajamos al año 1924. En París, contra todo pronóstico, la selección de Uruguay gana la medalla de oro en los Juegos de la VIII Olimpiada tras eliminar a EEUU (0-3), Francia (1-5), Holanda (1-2) y Suiza (0-3). Nadie antes del torneo apostaba por el conjunto celeste, formado por jugadores aficionados. Pero esos chicos se laurearon y, tras el partido ante el conjunto helvético, dieron una vuelta al estadio para recibir los aplausos y las felicitaciones de un público entregado. Habían inventado la vuelta olímpica.
Después de aquel 9 de junio, fecha de la final de París, Argentina organizó dos partidos amistosos contra la campeona olímpica. El primero, en Montevideo, terminó 1-1. Era septiembre. El segundo, disputado en Buenos Aires en octubre, lo ganó el equipo anfitrión por 2 a 1. Pero el resultado es lo de menos. Lo interesante aquí es cómo logró la Albiceleste el 1-0. Cesáreo Onzari sacó un córner con tanto efecto que introdujo la pelota directamente en la portería, para desesperación del meta Andrés Mazali. Los aficionados argentinos y los periódicos tiraron de guasa para bautizar aquella jugada como gol olímpico (por los éxitos recientes del rival). Era el primer (?) gol olímpico de la historia. Antes de morir, Onzari reconoció que le salió “porque tenía que salir”.
Tuvo suerte Onzari de que la International Football Association (IFAB), el órgano que define las normas del fútbol, hubiera modificado unas semanas antes el artículo 11 de las Reglas del Juego, autorizando por primera vez la concreción de un gol directamente de un tiro de esquina. De hecho, durante un tiempo se creyó que el primer tanto de este tipo lo marcó Billy Alston en un partido de la Segunda División escocesa en agosto. Pero el historiador Jorge Horacio Gallego descubrió repasando las crónicas que, en realidad, Alston logró batir al portero tras rematar con la cabeza un centro medido desde el banderín de córner.
Retrocedamos ahora otros ocho años en el tiempo. Nos encontramos en el campo del FC Barcelona en la calle Industria (actual calle París). El 30 de octubre de 1916, el Athletic, flamante campeón de España tras derrotar al Madrid en la final disputada en el feudo azulgrana, visita al equipo culé –en esos años nació la expresión culé para referirse a los aficionados del Barça–, proclamado campeón de Cataluña. Los blaugranas golearon a los leones por 4 a 0 en un recinto atestado de espectadores.
Y, tras el 4-0, un nuevo tanto, de córner directo, aunque no subió al marcador. Así lo explicó El Mundo Deportivo de la época: “Seguidamente, un córner contra el Athletic, que lleva tal efecto que entra directo a goal, no siendo válido, como es natural”. Este gol preolímpico, sin embargo, no lo recogieron las crónicas de La Vanguardia ni de La Veu de Catalunya. Sabían que, entonces, estas dianas no estaban permitidas y no le dieron más importancia.
Desconozco si ese fue, realmente, el primer tanto anotado de este modo. En cualquier caso, la modificación de la IFAB llegó tarde. Si no, quién sabe si el hoy llamado gol olímpico sería el gol azulgrana.