Montjuïc no es, y nunca será, el Camp Nou. El Olímpic Lluís Companys es un estadio frío, por la distancia entre la grada y el césped, y por su ubicación. Tampoco ayuda que Joan Laporta, el presidente del Barça, se haya cargado la Grada d'Animació, porque ya se sabe que la afición barcelonista, históricamente, es muy tranquila.
El Lluís Companys, casi lleno en el Barça-Olympiacos
Olympiacos tampoco es un rival que motive a los barcelonistas. Ni el horario era el mejor. El Lluís Companys, no obstante, registró una buena entrada: 46.264 espectadores. El socio y aficionado fiel no se pierde un partido y el Barça engancha a los turistas. El problema es que el equipo de Hansi Flick ya no ilusiona como hace un año.
La futura Grada
El Barça, en crisis ahora, es un candidato al título. Olympiacos, no, pero más de 2.000 hinchas griegos animaron al equipo del Pireo, sobre todo en los primeros minutos, cuando el equipo griego puso en aprietos a Szczesny, un portero tranquilo que pone de los nervios a muchos.
Fermín y Lamine Yamal celebran un gol del Barça a Olympiacos
La afición de Olympiacos cantó más y más fuerte que la del Barça, a la espera de la nueva Grada d'Animació que se estrenará en el Camp Nou. Estará ubicada en el Gol Sur y contará con 1.240 asientos. Será, eso sí, una grada artificial, sin liderazgos ni peñas, muy al gusto de Laporta, quien no perdona que hace un año se cantara contra él.
El clásico del Barça
El mejor estímulo para la afición del Barça fue Fermín. El centrocampista andaluz es un futbolista único, todo carácter, intenso y dinámico como nadie. Marcó dos goles en la primera parte y liquidó la faena de un equipo que necesita crecer y que el domingo tendrá una cita de altos vuelos en el Bernabéu.
