Sale más caro protestar que pegar: los árbitros de la Liga pierden el norte

Los árbitros de la Liga han perdido el norte. En la presente temporada se ha visto una nueva tendencia entre los colegiados del fútbol español. La polémica que ha reinado en los últimos compromisos corresponde a que ahora los jugadores ahora son más penalizados por protestar que por pegar con fuerza en los terrenos de juego. Algo que han sufrido los clubes importantes, especialmente el FC Barcelona.

Actualmente, los futbolistas tienen como norma que el primer capitán debe ser la voz cantante de las quejas a los árbitros. Pero ni siquiera ese cambio en el reglamento ha supuesto una mejora significativa, debido a que los colegiados castigan con facilidad a los jugadores. Prueba de ello es que Raphinha fue amonestado con tarjeta amarilla por protestar --sin alzar tanto la voz-- a Pablo González, el juez principal del Barça-Getafe en Montjuïc.

Pierden el norte

Esa situación supone un problema en el fútbol español. El ejemplo del Barça-Getafe es que los dos equipos recibieron la misma cantidad de tarjetas amarillas (1), a pesar de que los dirigidos por José Bordalás hicieron el triple de faltas (15 a 5). Fueron muchas las faltas que merecieron una amonestación o incluso una expulsión directa, como fue el caso de la dura entrada de Arambarri a Marc Casadó en la segunda mitad.

Sin embargo, Pablo González decidió soltar mucho más rápido la amarilla a Raphinha por argumentar una situación del compromiso. Los árbitros ya no tienen la misma paciencia para escuchar las quejas o las protestas de los jugadores, lo que se traduce en una mayor cantidad de amonestaciones. Eso provoca una enorme preocupación en el barcelonismo, debido a que no castigan con rigurosidad de sus pegadas a jugadores talentosos como Lamine Yamal.

La preocupación de Flick

Hansi Flick ha expresado, en un par de ocasiones, su preocupación por la escasa protección a los jugadores profesionales ante la excesiva agresividad de varios rivales: "Hace cosas diferentes (Lamine Yamal) y al estadio le encanta. Es su manera de jugar y hay que protegerlo, a él y al resto de los jugadores. Para eso están los árbitros".