Gavi guardará sensaciones agridulces tras su primer partido oficial en el Benito Villamarín. El canterano azulgrana llegó a La Masia con 11 años procedente de las categorías inferiores del Real Betis, y seguro que cuando correteaba con el balón por las calles de Sevilla tenía el deseo de vestir algún día la camiseta bética en el estadio verdiblanco. Al final, resulta que el destino tenía previsto para él algo mucho más grande: triunfar con el Barça.
Este sábado, la afición andaluza era consciente del pasado de Gavi y eso no sirvió para aplaudirle, sino más bien lo contrario. A lo largo del encuentro y especialmentre en la segunda mitad, cuando fue sustituido por Riqui Puig, un sector importante del Villamarín insultó, abucheó y silbó al joven futbolista cada vez que tocó el balón o fue protagonista de alguna acción.
Las heridas de un pasado bético
No le perdonan que, con 11 años y pese a ser un niño, aceptara marcharse a Barcelona con su familia para iniciar una nueva vida. Para aprovechar una oportunidad a lo grande, debutando seis años después con el primer equipo e instalándose como un fijo para Xavi. También para Luis Enrique en la Selección, y para cualquier amante y entendido del fútbol como lo que es: uno de los mejores jugadores jóvenes del mundo.
Está claro que el Betis ya no es la casa de Gavi. Hace seis años que dejó de serlo. Ahora, con la renovación como azulgrana todavía en el aire, el joven centrocampista tuvo que soportar una presión inaudita en el Villamarín. Aunque nada a lo que no esté ya acostumbrado.
No está curtido en mil batallas, pero lo parece. Gavi volvió a transmitir ante el Betis la madurez, garra y talento que suele imprimir a su juego, si bien es cierto que ante los verdiblancos estuvo más errático y menos brillante que en partidos anteriores.
Criticado en Sevilla; querido en Barcelona
Hijo de un exempleado del Betis, el palaciego empezó jugando en La Liara y luego pasó a los escalafones inferiores del Betis, donde dio tempranas muestras de su magia pese a su precocidad. Gavi llamaba la atención como benjamín y alevín, y llegó a marcar más de 100 goles como bético en una sola temporada.
Todo ello al margen de lo que es realmente: un pelotero con alma guerrera. El próximo martes, cuando vuelva a jugar en el Camp Nou, recibirá el cariño de la afición que verdaderamente le quiere. Por lo que está dando, y por todo lo que puede dar en el futuro.