El Barça tiene un pie y medio fuera de Europa. Los culés cayeron de forma estrepitosa ante el PSG en el Camp Nou (1-4) en un auténtico baño de realidad. Los franceses no dieron opción a los hombres de Koeman, y evidenciaron que la buena racha en Liga del conjunto blaugrana era un completo espejismo. No tienen nivel para luchar por la Champions, y la vuelta en el Parque de los Príncipes será un completo trámite.
Sin embargo, pese a la superioridad de los parisinos, hay que destacar que el guión podría haber sido muy diferente si varios detalles hubieran favorecido al Barcelona. Primero, la propia ineficacia de Dembelé. Segundos después del primer gol de Messi, el Mosquito tuvo una oportunidad manifiesta para extender la ventaja. No obstante, solo ante Keylor Navas, su disparo acabó mansamente en las manos del guardameta puertoriqueño.
Leo Messi, totalmente eclipsado por Mbappé / EFE
Asimismo, también tuvo un peso importante el arbitraje. Bjorn Kuipers demostró a la perfección lo que es un arbitraje Champions. Desde el primer instante, permitió que los jugadores del PSG le rodeasen en cada protesta y autorizó acciones agresivas contra el Barça, que no castigó con suficiente dureza.
Gueye mereció ser expulsado
En el punto de mira estuvo sobre todo un Idrissa Gueye que jugó con fuego y estuvo cerca de quemarse. El centrocampista del conjunto parisino recibió una tarjeta amarilla en el minuto 20 de partido al hacer una falta, cerca de la frontal del área, a Pedri, que previamente le había robado el balón.
Tras eso, protagonizó dos entradas que le podían haber supuesto la segunda amonestación, la última de ellas en una clara falta a Busquets. Sin embargo, el colegiado no tuvo reparo en perdonárselas, y demostrar que si no hubiese tenido ya una amarilla, posiblemente se las habría sacado. Pochettino, listo, decidió retirar a su jugador en el descanso por Ander Herrera y el PSG se salvó de tener un hombre menos cuando el marcador aún iba por 1-1.
Kuipers, rodeado por jugadores del PSG | EFE
En la misma línea, el árbitro holandés hizo la vista gorda en un posible penalti en el área de los visitantes. Moise Kean interceptó con la mano un pase de Jordi Alba. Kuipers, muy cerca de la acción, no señaló nada y tampoco el VAR le cambio su decisión. Obviamente el Barça cayó por justicia y de forma merecida, pero sin duda el resultado podría haber sido otro si el arbitraje hubiese ayudado un poco.