Como a la mayoría de periodistas nos ha pasado alguna vez (sobre todo a las que trabajamos en entornos informativos tradicionalmente de hombres como la política o el deporte), la periodista colaboradora de Culemanía, Núria Casas, se ha atrevido a exponer al público este miércoles que, durante toda su trayectoria profesional, ha sufrido acoso sexual por parte de dos hombres de su entorno laboral.
A parte de colaborar con este medio, Casas trabaja para la Cadena SER y El Nacional, en el que ha escrito una carta para explicar el por qué ahora ha decidido romper su silencio, algo que muy pocas mujeres acosadas consiguen hacer. Los dos acosadores sexuales de los que Casas habla en su carta son fuentes con las que ella trabajaba para elaborar su información. Uno de los casos se dio en una televisión pública, mientras que el otro fue en una radio privada.
“Que lo cuente ahora no es casual. Uno de esos dos hombres ha salido a la luz pública, el exdiputado de JuntsxCat, Eduard Pujol, ya ha pagado la condena del telediario. Es un proceso que a través de la dirección y del comité ya lo hice en su momento. Pero ahora, creo necesario poderlo explicar en una carta que huyera de interpretaciones donde no me podía explicar como yo quería, ahora que se sabe que también ha acosado a otras mujeres”, ha dicho en una entrevista para Aquí, amb Josep Cuní de SER Catalunya.
“Hice un tweet cuando apartaron a Eduard de JxCat. Pero quería ser más clara. Entonces, en la Cadena SER, uno de los medios donde trabajo, quería hablar de mi carta con Josep Cuní. Quiero hacer un llamamiento a aquellas personas que se hayan sentido acosadas por la misma persona que yo que lo hagan público. Las víctimas estamos en contacto y nuestro caso tendrá acompañamiento emocional y jurídico”, ha relatado Casas, que posteriormente ha confesado a Culemanía que hay una denuncia en marcha contra el político.
“Hace más de ocho años que Pujol me acosó. Y sus acosos han salido a la luz más tarde, por otros casos posteriores”. El político acosó sexualmente a Casas hasta en diez ocasiones, pero la periodista defiende que antes del movimiento feminista Me Too era muy difícil luchar contra este tiempo de situaciones. “Esto es una batalla a largo término. Cuando yo me encontré en estas situaciones, mi propio entorno relativizaba mi discurso como si Eduard fuera alguien travieso. ‘Ya sabes cómo es’, me decían”, explica Casas.
A todas las mujeres acosadas
Casas también ha aprovechado muy valientemente esta carta y sus declaraciones en la radio para animar a que otras mujeres acosadas por hombres en su puesto de trabajo, vayan “un paso más allá de lo que yo hice. Invito a que estas mujeres salgan y expliquen, en la medida en que quieran, su caso. Combatir el acoso también es explicarlo, ser didácticos y hacer un ejercicio muy duro para la víctima —hablo en primera persona—, pero necesario si queremos mejorar una sociedad enferma. Hay que ir a la justicia, y no sólo a los órganos superiores de nuestros trabajos. La víctima no se tiene que justificar, sino que hay que juzgar al acosador ante la justicia”.
En su caso, Casas explica en su carta que presentó en su momento una denuncia al comité de su empresa, porque a su parecer, era la mejor manera de resolverlo en aquel momento. Aun así, la periodista dice que tuvo que justificarse demasiado. “¿Cómo se puede demostrar cuando te han intentado tocar un pecho en medio de una redacción completamente a solas? ¿O te esperan agachados en la entrada y te dicen que es para mirarte las bragas que llevas? ¿O te coaccionan dentro de su despacho bajo la excusa previa de que quieren hablar contigo? Lo más triste de toda esta historia: cuando una se enfrenta, todavía les gusta más”.
Núria Casas le dijo a Eduard Pujol en un tweet "los acosadores no tienen cabida en ningún sitio". En esta publicación, dice que "a raíz de las denuncias por acoso sexual de Eduard Pujol, escribí un tuit. He recibido muchas llamadas preguntándome y cuestionándome. Hoy, lo explico en una carta".
Casas ha confesado que llegó incluso a ir al psicólogo para analizar estos hechos e incluso allí, también ella misma se cuestionaba si era sólo paranoia o si realmente existía este acoso, llegando a dudar de si esos actos eran acoso sexual o no y acababa dudando de su propio trabajo. “Me dijeron que laboralmente yo era inútil, y que era culpa mía, en público. Además, hay dos venganzas por parte de los agresores. La de ‘me pones caliente porque te niegas’ y la de ‘no vales nada ni como mujer ni como profesional porque te niegas’”, explica la periodista.
“Ahora me siento más escuchada. Antes, entornos directos míos empatizaron. Pero ahora, le dan una importancia que antes del Me Too no le dieron. ¿Tiene más fuerza un tuit que no que yo presente una denuncia en el comité de trabajadores? No hemos avanzado tanto como pensamos, hay mucha fachada. Y de los que en su día no me dieron la razón, ahora tampoco me la han dado”, concluye.