Ni Mbappé, ni Neymar, ni Lewandowski. La estrella de la final de la Champions fue, contra todo pronóstico, Kingsley Coman. El extremo francés ni siquiera había sido titular en los cuartos de final ni en las semifinales. Entró en el once en detrimento de Ivan Perisic y acabó siendo el hombre que dio la sexta Champions de su historia al Bayern de Múnich.
El choque entre el cuadro bávaro y el París Saint-Germain, pese al corto resultado (0-1), no decepcionó a nadie. Alemanes y franceses ofrecieron un espectáculo de gran nivel en el Estadio da Luz de Lisboa. Fue un partido brillante, eléctrico e intenso desde el primer minuto hasta el último. La balanza se decantó hacia el lado bávaro, pero podría haber caído hacia el galo.
Alternativas
Fue tan alto el rendimiento de ambos equipos que la primera mitad no tuvo un dominador claro. El Bayern empezó llevando el peso del encuentro, pero la primera ocasión de peligro fue para el PSG en el 18'. Neymar se quedó solo en el mano a mano con Neuer, y el guardameta alemán, con una magnífica estirada, desbarató el disparo.
Mbappé en la final de la Champions / EFE
El equipo dirigido por Flick respondió rápidamente. Lewandowski cazó un centro de Coman en el área, se giró y soltó un disparo cruzado que se estrelló en el palo. El ariete polaco tuvo otra ocasión en el 31', pero no pudo hacer más que rematar un centro de Gnabry que se le quedó algo atrás. Keylor Navas atrapó sin problemas.
Los ataques se impusieron a las defensas. Para muestra, la última ocasión de la primera mitad. Alaba cometió un error incomprensible en la frontal y se la regaló a Mbappé. Éste se la dio a Ander Herrera, quien completó la pared y se la devolvió al delantero galo. La gran promesa del fútbol mundial, completamente solo ante Neuer, lanzó muy flojo y centrado. El guardameta alemán atrapó sin problemas.
Decisivo
La intensidad bajó en la segunda parte. Ni Bayern ni PSG iban tan sobrados de fuerzas como en la primera. El partido estaba cogiendo un ritmo muy bajo que insinuaba que la Champions se decidiría en la prórroga. Hasta que apareció Coman para romper la igualdad y revitalizar el encuentro.
Kingsley Coman celebra su gol en la final de la UEFA Champions League ante el PSG / EP
El extremo francés, que ya había dejado destellos en los primeros 45', remató a bocajarro un centro exquisito de Kimmich. Los bávaros se crecieron con el gol. Coman aún más. Volvió completamente loco a Kehrer y creó dos ocasiones que podrían haber sentenciado el encuentro. Primero puso un centro teledirigido a Lewandowski que cortó a la perfección Kimpembe. Un minuto después, disparó cruzado, batió a Keylor y únicamente Thiago Silva, bajo palos, evitó el gol.
El galo estaba siendo el mejor del partido hasta ese momento y Flick, sorprendentemente, lo cambió en el 68'. Salió del terreno de juego junto con Gnabry, y en su lugar entraron Perisic y Coutinho. El técnico del Bayern cambió desborde por control y equilibrio, y el equipo bávaro estuvo a punto de pagarlo.
Neymar quiso pero no pudo
Sin Coman en el terreno de juego, el PSG se hizo con el dominio del esférico y se volcó sobre la portería de Neuer. Di María se puso al equipo parisino a la espalda. De sus botas salieron las mejores ocasiones de los franceses en la recta final. Puso un balón franco a Marquinhos, pero Neuer rechazó su disparo.
Neymar llorando tras la final / EFE
Neymar lo intentó en la recta final, pero fue incapaz de desbordar a la zaga del Bayern. Mbappé, en cambio, más discreto durante el encuentro, apenas apareció en los últimos minutos. El Bayern fue capaz de desconectar al PSG, cortar el ritmo y sacarlo del partido. Al final, los bávaros se llevaron la sexta Champions de su historia y Neymar acabó inundado de lágrimas.