Este mes se cumple un año desde que María Teresa Matus comunicó a un medio chileno que se había divorciado de Arturo Vidal. Durante meses se rumoreaba una crisis en el matrimonio. A través de sus respectivas redes sociales se pudo comprar que el futbolista ya no se encontraba en la misma casa que la empresaria. El detonante fue cuando la chilena se fue con sus tres hijos a Dubai de vacaciones por Navidad. Dos semanas. Vidal se quedó en Barcelona. ¿Solo? No. El jugador estuvo muy bien acompañado por familiares y amigos, pero especialmente por Sonia Isaza.
Aunque todavía no habían confirmado la relación, la modelo ya rondaba a Vidal desde hace años. Concretamente se conocieron, tal y como comunicó un medio chileno, cuando éste militaba en el Bayern de Munich, antes de venirse al Barça. El jugador mantuvo una relación a dos bandas. Se veía a escondidas con Isaza, se la presentó un compañero del equipo, mientras continuaba con Matus y con sus hijos. De hecho la dejó embarazada de su tercer hijo, Emiliano.
María Teresa Matus descubrió la infidelidad y decidió poner punto y final a la relación. Durante un tiempo estuvo muy dolida y tuvo que refugiarse en amigas y familiares. ¿Pero qué le vio Arturo Vidal a Sonia Isaza para engañar a María Teresa Matus?
Arturo Vidal ya ha demostrado que le gustan las mujeres con curvas. Con buenos pechos, glúteos y especialmente unas abdominales muy marcadas. Contra más exagerado sea el cuerpo mejor. Sonia Isaza es culturista y trabaja todos los días su cuerpo en el gimnasio. La colombiana volvió loco al futbolista cuando la vio contornear sus caderas.
Matus también tiene muy buen cuerpo, pero está claro que Isaza le supera en ese aspecto. Además últimamente la empresaria había perdido músculo, pero ya lo está recuperando. Sin embargo, Arturo Vidal no estaba conforme con las abdominales de Matus ya que tenía una cicatriz en el ombligo y no las lucía con elegancia.
Otra de las probabilidades es que el matrimonio y la convivencia con sus tres hijos ha matado la magia de la relación y Arturo Vidal necesitaba experiencias nuevas, sin ataduras.