Las cosas no le pueden ir mejor a Sara Carbonero. Tranquila, viviendo junto a la playa de Oporto, mantenida por los suculentos ingresos de su marido, el futbolista Iker Casillas, con todo el tiempo del mundo para sus hijos, para su empresa Slow Love, para sus publicaciones en Instagram –que también le dan algún que otro pellizco de dinero– y para la lectura.

Este último apartado se ha hecho cada vez más importante en la feliz, aunque melancólica, vida que Sara lleva en Portugal. Aislada del día a día en España, la casi periodista –no terminó la carrera– comparte muchas reflexiones y poesías en las redes que plasman su pensar.

Una de las novelas que empezó a leer recientemente, según su perfil de Instagram, hurga un poco más en esa necesidad de sentirse viva que transmite en sus textos. Da la sensación de que a Sara le falte algo con sus misteriosos mensajes, pese a buscar su tercer hijo con Iker.

Curiosamente, la novela que empezó a leer a finales de verano podría ayudar a comprender algunos de esos vacíos. Titulada La insoportable levedad del ser, es una historia de pasión con alto contenido erótico que fue llevada incluso a la gran pantalla en 1988 con una película protagonizada por Daniel Day-Lewis.

El autor checo Milan Kundera, que ha sonado en numerosas ocasiones como candidato al Premio Nobel de la literatura, se encumbró con esta obra de 1984 que narra la historia de amor entre Tomás y Teresa, donde la pasión, el sexo, los celos y la traición cobran un singular protagonismo.

A continuación, un resumen de la trama esencial de la novela que tanto gustó a Sara Carbonero y que podría ocultar algunos de sus más secretos deseos, o miedos. ¿La habrá terminado ya? 

Tomás, partiendo de la separación platónica entre el amor pandémico y el amor celeste, es incapaz de abandonar su intensa vida erótica en favor de Teresa, puesto que para él «hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias». Para Tomás el verdadero amor se manifiesta en el deseo de dormir juntos, en el acto que compartir la cama, que es lo que enerva el placer de Tomás, por encima del acto amoroso. No sólo es que Tomás no quisiera o no pudiera abandonar a sus amistades eróticas, sino que dentro de su concepción del amor hacer tal cosa le parece absolutamente innecesario.