María Teresa Ariño Biel desapareció el 28 de agosto tras estar en el servicio de Urgencias del Hospital de Santa Bárbara de Soria, desde entonces policía, familiares y allegados de la mujer han organizado batidas por la ciudad.

La desaparecida tiene 58 años, 1,60 metros de altura, complexión delgada, pelo canoso y ojos marrones, tal y como alerta el cartel de búsqueda de S.O.S. Desaparecidos.

Día de los hechos

Han pasado más de tres meses y su marido, Miguel Perea, sigue al pie del cañón para dar con su esposa y denuncia cómo vivió el dia de la desaparición. Tiene la conversación grabada en su cabeza: "Usted no puede venir" le dijeron en la ambulancia en la que se llevaron a Teresa. "Aquí no puede entrar. Vamos al Hospital Santa Bárbara (Soria), seguro que la dejarán ingresada", le comunicaron.

El hombre quería estar con ella en todo momento. "Llorando, le supliqué al sanitario: por favor, ¿no ve cómo está?", les insistió. Fue en vano. Tuvo que ir en taxi hasta el centro indicado y al llegar una enfermera le comunicó lo sucedido: "su mujer ha salido corriendo".

Gran lectora

Miguel no da crédito a lo que sucedió, pero no ha cesado en su búsqueda y recuerda a su mujer con mucho cariño. "Siempre tenía un libro que leer", asegura a El Periódico de España. Otra de sus aficiones eran las plantas "tenía unos 80 o 90, una barbaridad", prosigue.

Su vida en casa era plácida y tranquila. Los libros y las plantas le daban todo lo que necesitaba, hasta cinco días antes de su desaparición, cuando Perea la vio "muy nerviosa". Tenían que dejar el piso que tenían alquilada por orden del casero aunque habían encontrado un nuevo hogar.

Mudanza

Esa mudanza no fue fácil. "Teníamos dos perritos que tuvimos que dejar en una ONG porque no nos dejaban llevarlos. Ni en ese ni en ningún piso que veía. Nos dio mucha pena, llevábamos desde que nacieron, siete años, con ellos", lamenta.

El 2 de septiembre estaba previsto el traslado. Una semana y media antes fue cuando Teresa empezó a estar nerviosa. Su marido la emplazó a ir al médico y fueron varias veces. Ella lo achacó a los cambios, él tiene claro que eran mucho más que nervios.

Atención médica

"Dice que se la va a llevar la policía porque el piso está sucio, cosa que no es verdad. Que el de la mudanza nos ha engañado. Tiembla, grita, llora. Dice que la quiero dejar", le contó al médico. Al segundo día le dieron tres pastillas que la calmaron, pero sólo por tres días.

El 27 de agosto volvió a pensar que la policía iba a ir a buscarla y detenerla. Miguel la llevó de urgencias, estaba completamente desorientada, aseguraba que era invierno. Aun así, le dieron el alta, algo que el hombre no entendió en su día y sigue sin comprender.

A la fuga

A la mañana siguiente se produjo la desaparición. El hospital alega que "su señora le ha pegado un empujón a un enfermero" y huyó. No hicieron más para impedírselo: "es que aquí no se puede retener a nadie que no quiera estar", le dijeron.

Perea cogió un taxi y recorrió toda la ciudad, pero ella se fue hacia el campo. Lo sabe porque el día después de desaparecer un pastor informó que la había visto en Chavaler, a 18 km de Soria.

Últimos datos

"Dice que llevaba un brazo ensangrentado, que iba perdida. Le preguntó si le hacía falta algo, si la llevaba a algún sitio", comenta el marido al citado medio.

Hay más de 5.000 carteles con la foto de Teresa por toda la ciudad y los pueblos de alrededor. La búsqueda continúa y Miguel no pierde la esperanza.