El caso de las niñas desaparecidas en Tenerife sigue abierto. La aparición del cuerpo sin vida de Olivia, de tan solo 6 años, en el fondo del mar ha supuesto un mazazo en la esperanza de una madre y una familia que apostaron siempre por la hipótesis de que Tomás Gimeno se fugó con las pequeñas.
La búsqueda del padre y de Anna, la menor, de 1 año, está en marcha cuando pasa ya mes y medio de su desaparición y los expertos empiezan a hablar del caso. Uno de los últimos en hacerlo ha estado José Cabrera, psiquiatra forense, que apunta a que el progenitor, como dicta la justicia, “quería el máximo dolor” para Beatriz Zimmerman, de quien se había separado.
Herida abierta
“Es el mal llevado a la máxima expresión”, concluye, ya que “el duelo es necesario porque si no cerramos el libro de la tragedia esa persona se queda herida de por vida”.
Un hecho que, en su opinión, parecía buscar Gimeno a la hora de buscar que su expareja nunca encontrara los cuerpos de las pequeñas. “Hay que enterrar física y psíquicamente al ser querido y, si no se hace, queda una herida abierta”, subraya.
Todo pensado
En cuanto al hecho de que el propio padre matara a sus hijas apunta a que pudo estar muy premeditado. “De hecho, hizo un testamento clarísimo, empezó a regalar todo, sacó el dinero", subraya. Y en el momento de acabar con las pequeñas “las convirtió en objeto y las mató, punto y pelota”.
Sobre la posibilidad de que pueda estar vivo, el experto lo ve poco probable. “No tiene logística suficiente como para desaparecer. Hoy no se puede desaparecer de la tierra tan fácilmente y menos en estas circunstancias”, asevera. “Este sujeto se ha ido al fondo. Hay que buscarle y hay que sacarle", sentencia.