Emiliano Suárez: “La ópera ha de tener otras formas de ser contada”
El consejero de la famosa joyería que lleva su apellido se sumerge en la dirección de una versión para todos los públicos de 'La bohème'
6 febrero, 2022 00:00Emiliano Suárez (Bilbao, 1976) se considera un bohemio.Toca muchos palos artísticos mientras los compagina con su cargo de consejero de la famosa joyería que lleva su apellido y el de su familia.
Su nueva aventura es Opera Garage, una iniciativa que pretende acercar el bel canto al gran público, en locales muy alejados de los teatros reales o Liceus. Aunque este febrero estrena La Bohème en un teatro con la compañía que co-produce junto con Macarena Bergareche y que cuenta con Ainhoa Arteta como madrina e impulsora del proyecto.
Emprendedor cultural
La propuesta es arriesgada, pero lleva cinco años rodando. La bohème es sólo la primera de las dos óperas que tiene la compañía en marcha, a la espera de estrenar una tercera. En paralelo, además, el empresario ha montado Garaje Lola, “un espacio creativo” que combina gastronomía y todo tipo de arte y donde el mismo Emiliano estrena “espectáculos cápsula” y de distintos formatos.
Crónica Directo mantiene una conversación con el creador para detallar qué se va a encontrar el espectador que se acerque este 16 febrero al Teatro Marquina de Madrid a ver la puesta en escena del texto de Puccini y las posibilidades que todavía tiene. Asimismo, desgrana qué es lo que impulsa a este hombre de marketing a la vida bohemia.
--Pregunta: ¿Cómo surgió este proyecto de ‘La bohème’?
--Respuesta: Fue el título que elegimos para empezar la aventura de Opera Garage. Estábamos en una exposición mía de fotografía, en un garaje de Bilbao y me di cuenta de que allí mismo era el escenario perfecto para hacer una Bohème. Al cabo de pocos meses le dimos forma y la estrenamos, con unas críticas memorables y nos animó a poner en marcha la productora. Llevamos La bohème por distintos puntos de España, luego montamos Lucia di Lammermoor y en marzo estrenamos Rigoletto. Traer nuestro producto estrella que es La bohème por primera vez a un teatro convencional es un reto.
--¿El público se va a encontrar algo muy distinto ahora que pasa a un teatro convencional?
--La idea y lo que nos han pedido es tratar de mantener la esencia conceptual de la escena original. Intentar que esa emoción, esa magia que se crea en esos espacios alternativos se replique en el Teatro Marquina. Es en lo que invertimos el tiempo para resolverlo de forma que respete el ADN del proyecto inicial.
--Estas óperas además van sin subtítulo. ¿Eso dificulta o mejora la experiencia?
--En esta ocasión nos lo planteamos, pero en Opera Garage no hay subtítulos, lo que puede suponer un defecto o una virtud, porque te involucras de lleno en la acción, en la escena. Además, La bohème es una obra que atrapa por su música y con un libreto muy bien hecho. La descripción que hacemos con la puesta escénica para salvar ese hándicap. Nuestra obligación es contarla de manera original pero coherente, contemporánea y de una manera industrial pero respetuosa con el libreto original. Va a ser muy difícil que el público, aunque no sepa italiano, se desenganche de la acción.
--¿Es una manera de acercarse usted a la ópera o de atraer al público que no se acerca a la ópera a que lo haga?
--Es una manera de acercarme a la ópera que es una de mis grandes pasiones, permitirme la licencia de dirigir escena que es otro de mis grandes proyectos vitales y profesionales. Pero el proyecto tiene el objetivo de abrir puertas a un género que sigue siendo un gran desconocido para muchos y que tiene muchas más posibilidades de las actuales. La ópera tiene más posibilidades de verse en uno de los teatros de ópera al uso, pero tiene puertas por abrir y caminos alternativos. Ha de tener otras fórmulas de ser contada. A partir de allí, surge la idea de Opera Garage que es otro concepto de mostrar el género, más teatral, más esquemática, más sencilla y muy cercana e impactante, con los artistas muy en primer término, en espacios no convencionales. No disponemos de coro, es una versión para piano y voz, pero esa desnudez le da mucha credibilidad, la humaniza y la acerca a un público que puede ser nuevo, distinto y que se acerca por primera vez al género, que está dispuesto a pagar 30 euros y no 300, porque puede ir a ver una propuesta de un nivel altísimo a precios populares.
--¿La ópera peca de elitista o es un prejuicio del espectador?
--Aquí tengo cierta contradicción en mi discurso. La ópera tiene barreras que para un determinado público son insalvables, sea por el precio o por los prejuicios con fundamento o sin ellos. La ópera muchas veces se mira como algo elitista y para un tipo de clase social concreta, con precios elevados y tiene en la cabeza un espectáculo largo y tedioso, pero son barreras que intentamos salvar. Los prejuicios están en todos los lados, pero el que es sin fundamento acaba siendo un complejo que nos atrapa. Aquí puede venir quién quiera, cuándo quiera, vestido cómo quiera y sentarse a gusto por un precio asequible para disfrutar de una ópera genial como La bohème, en este caso.
--¿Qué tiene La bohème para contarle al público de hoy?
--El libreto está tan bien escrito que se entiende muy bien ahora. Hay libretos contemporáneos del XIX que a la tercera página estás agotado, que son absolutamente mediocres y muy cursis. La bohème es una historia que nos puede pasar a todos en cualquier momento y todos queremos tener un momento bohemio en algún momento de la vida.
--¿Usted se considera uno de ellos, porque pasó por muchas disciplinas, o prefiere sentirse un creador que busca su camino?
--Las dos me parecen una buena manera de describir mi momento. Yo la bohemia la entiendo como una forma de tratar de buscar caminos nuevos, tu identidad, la búsqueda de la creatividad a través de la cultura y del arte, rodearte de gente que aporta nuevas ideas y es distinta a ti. Siempre he convivido muy a gusto con personas con ideas muy diferentes y variadas que me han ayudado mucho. Yo me identifico, sobre todo, con la búsqueda del enriquecimiento profesional, involucrándome en proyectos atractivos en los que invierto mucho tiempo y hago un gran esfuerzo para tener mi lugar y ganarme el respeto de mis colegas de profesión, del arte y la cultura. Y a partir de allí, pelear y seguir alcanzando objetivos y sueños.
--Habla de ganarse el respeto de sus colegas. ¿Ha conseguido que se entienda ese carácter polifacético suyo o es difícil?
--Sigue siendo difícil. Hay un determinado sector cultural que le gusta encasillar, para este tipo de personajes a los que respeto y de los que espero ganarme la confianza, ver a una persona que viene del marketing estrenar una ópera en el Teatro Marquina se le hace difícil. Es cuestión de hacer un ejercicio de generosidad y compañerismo para ver qué hemos montado y si no le gusta, soy todo oídos para aprender y tomar nota. Hacer este ejercicio de humildad no está al alcance de todos.
--¿Opera Garage ya es el sueño alcanzado o de aquí poco lo veremos dirigir películas?
--A mi me gusta abrir puertas. Cerrarse puertas es un error, hay que tenerlas siempre entreabiertas y no descartar casi nada. En esta tarea tengo mucha faena con todos los proyectos que tengo en marcha. A corto plazo no tengo previsto abrir más. Garage Lola tiene ya una programación oficial que me obliga a inaugurar una exposición de arte contemporáneo cada mes, organizar un evento gastronómico cada mes y estrenar un espectáculo propio cada mes. Eso ya es muy exigente. A esto se suma el desarrollo Opera Garage que tiene gira hasta diciembre de 2022 y tiene muchos espacios por conquistar este año. Sigo vinculado al negocio familiar porque soy consejero, los lunes hago radio, tengo un proyecto de fotografía y ya hay fecha para mi próximo trabajo, pero no descarto nada. De hecho, tengo una idea por ahí para hacer un corto, pero hay que saber dosificarse que sino se cometen errores y los errores se pagan muy caros.
--Por último, ¿qué le diría a esa gente que, igual con prejuicios, piensa que Opera Garage es más un musical que una ópera?
--Que no importa. Opera Garage pretende acercarse al público sin prejuicios, barreras ni condiciones. Hacemos ópera de forma cercana y atractiva, con una fórmula con la que cada vez más gente está más cómoda e identificada. Y encasillarnos, bueno. Quien lo considere musical, es casi un piropo porque no deja de ser teatro musical. Buscamos una fórmula mixta porque hay teatro, musical y la ópera.