Ariadna Gil: "Una carrera no vale nada, luego puede no llamarte nadie"
La actriz catalana protagoniza 'Anna Karenina' en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC)
A Ariadna Gil es más fácil verla en el teatro que en el cine. Algo que le importa relativamente poco, teniendo en cuenta que, como afirma, le "llegan cosas mucho más interesantes de teatro que de cine". Y eso que fue allí donde arrancó su carrera. Lo hizo de manera azarosa, "porque otros niños lo hacían" y ella quiso probar. Y tuvo suerte.
Su primera película fue Lola, una película dirigida por Bigas Luna, en la que participó con tan solo 16 años. Seis años más tarde, viajaría a Hollywood para ganar el Oscar con Belle Epoque. Su carrera fue meteórica. Trabajó con Fernando Trueba, Emilio Martínez Lázaro, Carlos Saura, Vicente Aranda, Arturo Ripstein… La lista es inmensa. Aunque ella le quita importancia. Asegura que todo es cuestión "de suerte" y de que lleguen los papeles. Gil asevera que no decide lo que hace.
Sea porque ahora le llega más teatro que cine o por voluntad, lo cierto es que repite con Carme Portaceli y Anna Maria Ricart en la versión teatralizada por ambas de Anna Karenina, una obra universal que la vuelve a hacer sufrir en escena. Claro que ella, como cuenta a Crónica Global, no le da importancia. Como al resto de su azarosa carrera. ¿Suerte?
Lo único seguro es que con esta pieza teatral le esperan unos meses de gira a nivel autonómico e internacional. La obra tiene previsto viajar a Bruselas, Zagreb, Ámsterdam y París. ¿Y más adelante? Como asevera la actriz, será cuestión de ir viendo, parece que no es muy optimista. "La cultura siempre está sobreviviendo", apunta.
- Sus últimos papeles han sido 'Anna Karenina', 'Jane Eyre', la obra 'El dolor', de Marguerite Duras y, en cine, 'La casa entre los cactus'. Todos papeles muy dramáticos. ¿Le atraen este tipo de personajes?
- Bueno, me atraen las historias que cuentan estas mujeres o estos hombres en algún caso, y otras veces estas mujeres me atraen, sí. O me han interesado las cosas que contaban o estos proyectos. No es que vaya a sufrir.
- ¿Y qué le atrajo de esta 'Anna Karenina'?
- Es una grandísima, si no la más grande, novela de la historia universal, creo yo. Es una novela inacabable, que habla de la vida, de las relaciones de pareja, de la búsqueda de la felicidad o del sentido de la vida. Y también habla mucho de la muerte. En definitiva, trata de los temas que realmente, en el fondo, cualquier ser humano un día se plantea o vive o experimenta: la sociedad, los condicionamientos sociales, los hombres, las mujeres, la diferencia... Tantas cosas que son interesantes y que también te interpelan hoy.
- ¿Tan poco hemos cambiado?
- No tanto. A excepción de algunas cosas de la época, en general es completamente atemporal y universal. Es decir, habla del ser humano y de las cosas que nos preocupan, como seres que vivimos en un mundo en el que no sabemos muy bien por qué estamos en él. Un mundo muy cruel también, rodeado de cosas terribles, donde ponemos todo en nuestra vida familiar, social, en el amor, como una de las grandes cosas de nuestras existencias.
- Bueno, pero Anna Karenina está abandonado, cuando no entregada a su amor, dejando el resto al margen. Tal vez eso ya no pasa tanto, ¿no?
- Bueno, Anna Karenina es un personaje muy sensible, que se entrega totalmente, y que apuesta todo a una carta, que es este amor que de repente aparece en su vida. Así queda completamente aislada del mundo, de la sociedad, y no tiene mucha salida. Y encima se ve separada de su hijo, que era donde ella había puesto todo ese amor que no sentía o que no encontraba en su matrimonio. Y, de repente, se ve separada de todo. Por tanto, si este amor no sale bien, es tremendo.
- ¿Diría que tal vez esta visión del amor es lo que más ha cambiado?
- Yo creo que no, hay mucha gente que sufre mucho por amor. Todos sufrimos mucho por amor, lo hemos sufrido en algún momento, y es de los dolores más grandes que uno puede sentir. La muerte, por un lado, claro. Pero el desengaño amoroso o una ruptura amorosa sigue siendo de las cosas más dolorosas que podemos experimentar. De alguna forma nos entregamos, cada uno a su manera, por eso me parece que no es tan diferente esta historia. Hay mucha gente que todavía se quita la vida o que se deprime o que se queda completamente destrozada por amor y que le cuesta mucho rehacerse de una ruptura amorosa, por ejemplo.
- Hablaba que además del amor, está la muerte que, además, sobrevuela también la obra.
- Hay un personaje, Levin, que está muy obsesionado con el tema, ¿no? En el sentido de que cuando se da cuenta de que se va a morir, porque su hermano se muere delante de él y ve cómo va muriendo, se dan unos capítulos increíbles sobre la agonía y lo que cuesta también morir a veces. Y tras esto se pregunta: ¿por qué hacemos las cosas? ¿Por qué trabajamos? ¿Por qué estamos haciendo esto si, total, nos vamos a morir? Es algo que también alguna vez nos ha pasado a todos por la cabeza, diciendo qué sentido tiene todo si, total, nos moriremos.
- ¿Está el público preparado para este mensaje?
- Para eso están estas grandes obras, para plantear preguntas. Y para que tú leas esto o vengas a ver la función y de repente te hagas preguntas que no te haces en el día a día.
- Difícil que esto la llevara a la interpretación, ¿no?
- No, yo empecé con 16 años y si hubiera podido antes habría empezado antes, porque creía que me gustaba.
- Vocación absoluta, entonces.
- No sé si es vocación o es el hecho de ver a niños que hacían esto y yo quería hacerlo también, no sé por qué. No lo llamaría vocación. Pero sí que tendía hacia eso. Luego he sido afortunada y todo empezó a ir bien muy pronto.
- De hecho, a los 22 años, participa en una película de Oscar, 'Belle époque'. No sé cómo lo vivió o si eso influyó mucho en una mujer tan joven.
- No, no lo sé. Cuando empiezas a hacer algo, lo que te pasa te parece que es normal. De hecho, quizás con los años ves que no era tan normal y que no todo será así toda la vida. Pero en ese momento a mí me parecía estupendo y de lo más normal. Sobre todo estaba contenta de estar haciendo cosas que me gustaban y con gente interesantísima.
- Bueno, ha trabajado con los mejores directores del cine español. Creo que solo le falta Almodóvar y pocos más.
- Bueno, me faltan muchísimos, pero tampoco es cuestión de que tengas unos o te sobren otros. Es cuestión de que quieran trabajar contigo. De entrada, tener la suerte de trabajar, que este es un oficio muy duro, muy duro, para la gente y para los jóvenes. Por tanto, tener la suerte de poder elegir ya es un privilegio.
- Y no ha parado. Cuando no ha sido cine, ha sido televisión o teatro. Aunque ahora parece que su carrera está sobre las tablas. ¿Es porque le interesa? ¿Por las ofertas?
- Me llegan cosas mucho más interesantes en teatro que en cine últimamente, ya desde hace bastantes años.
- Es curioso, al menos ahora, que se habla de la buena salud del cine español. En cambio, a usted la vemos apostar por el teatro.
- No, en este oficio no se decide mucho sobre tu carrera. Tú decides sobre las cosas que te llegan. Si tienes la suerte de que te lleguen, eliges cuáles quieres hacer y cuáles no, pero no son decisiones como decir "ahora haré esto, ahora haré aquello". Te llegan cosas de un tipo o no te llegan, o directamente no te llega nada. Con lo cual uno va sobreviviendo y va eligiendo, si puede, sobre lo que se le presenta, pero no son decisiones, que yo haya decidido, no.
- Sorprende porque usted ya tiene una carrera suficiente para pensar que puede decidir sobre eso.
- No, aquí no hay ninguna carrera. Aquí no hay memoria, este es un oficio que no tiene memoria. Grandísimos actores de este país han estado décadas, quizá, sin trabajar, después de haber hecho cosas excepcionales. Pasan desiertos de 10, de 15 años, y después haber sido redescubiertos y ese tipo de cosas, pero eso forma parte de este oficio.
- Supongo para esto uno debe estar bien preparado.
- Nunca estás preparado para estas cosas. Simplemente, tienes que pasarlo como puedas.
- Claro, pero el golpe puede ser muy duro cuando uno tiene una carrera.
- Una carrera no vale nada. Si mañana no te llama nadie, ya puedes haber hecho cualquier cosa... Hay miles de ejemplos de actores y actrices, de directores. ¿Sabes la cantidad de directores maravillosos que a partir de una edad nadie les produce una película? ¿Han perdido el talento? ¿Han perdido las historias que contaban? ¿Han perdido el oficio? No, y no pueden dirigir. Hablo de directores han hecho películas maravillosas. Actores y actrices, igual.
- Y sufriendo así fuera, usted ahora sufre con Anna Karenina. Teniendo en cuenta que hizo tanta comedia, ¿no le apetece hacer algo más distendido?
- Eso de sufrir… Esto es un oficio, estamos jugando. Uno puede disfrutar mucho haciendo un personaje que sufre mucho. En cualquier caso, en este oficio no se trata de las ganas que tenga uno de hacer algo, ni son decisiones siempre del actor. Supongo que hay algunos que podrán decidir, pero tú, como actor, decides según lo que te ofrecen. A ver, uno puede intentar buscar lo que uno quiere hacer, pero los actores no somos generadores.
- Algunos sí. ¿Le ha picado usted algún gusanillo a usted?
- No. No es mi oficio ni tengo ninguna cualidad para eso.
- En cualquier caso, parece una buena época para la cultura en Cataluña. Las películas catalanas arrasan en taquilla y en premios, el teatro catalán parece crecer en espectadores. ¿Es una buena época?
- El cine siempre tiene una salud complicada, pero creo que la cultura siempre está sobreviviendo. Talento hay mucho. Los autores, los directores, directoras, los técnicos… tienen un nivel fantástico, maravilloso y comparable a cualquier industria que quieras. Otra cosa es lo que se invierta para que se pueda hacer teatro, cultura, cine... Esto siempre está en la cuerda floja. Con lo cual, el talento existe, lo que hace falta es la voluntad de que realmente las condiciones sean las que se necesitan para poder hacer el trabajo.