Mario Casas está en una de sus épocas más calmadas. No de trabajo. Rueda la próxima película de Dani de la Torre y ya espera poder dirigir su segundo largometraje que espera que esté protagonizado por su hermano Óscar. Porque sí, los Casas son un clan.
Antes, este 31 de octubre, estrena Escape, el último largometraje de Rodrigo Cortés que cuenta con la producción de Martin Scorsese y que se presentó en la pasada edición del Festival de Sitges. En él hace de un personaje que sufre asperger, pero eso es lo de menos. La cinta habla una profunda reflexión sobre la libertad, la justicia e incluso hasta los extremos del egoísmo humano.
El actor prefiere no dar muchas claves. Prefiere no dar ninguna explicación al espectador. Se ciñe a hablar de la propuesta del director, a quien cree a pies juntillas y con quien hacía tiempo que quería trabajar. Y lo ha conseguido.
Aprovechando su paso por Barcelona, Crónica Global habla con el intérprete de su relación con Cataluña, su infancia en esta tierra y su nueva vida como director y como persona alejada del foco mediático, el mismo que le acosó hace 10 años y que, ahora, lo trata con mayor respeto.
- Su personaje parece tener un trastorno mental. ¿Se documentó para ello?
- No, la verdad. En la novela de Enrique Rubio, el personaje tiene asperger y estuve investigando porque, al final, esta es una de las cosas buenas que tiene internet. Eso fue una de las primeras cosas que le dije a Rodrigo y él respondió: "Olvídate, no vamos a trabajar desde ahí a nuestro N [el nombre de su personaje], vamos a buscar nuestras cosas". Y así fue. No quiso incidir en si hay un tipo de trastorno o no, sino dejarle al público determinar qué le pasa. Porque ¿y si se lo está haciendo?
- ¿Y así lo convenció?
- Los productores de Nostromo me dicen que Rodrigo tiene un guion y me quiere llamar. Y yo ya digo que sí, da igual lo que me mande. Me cuenta la historia con esa pasión que tiene él y ya le dije: "Yo quiero currar contigo, he visto toda tu filmografía, me han hablado los compañeros de ti, sé que trabajas con los actores". Y ya me manda el guion y me enamoré del personaje y compusimos a N.
- ¿Cómo lo definiría?
- Lo fuimos trabajando en los ensayos, fuimos probando e hicimos una composición emocional, arriesgada, física, de voz. Es un personaje en el límite, en todos los sentidos. Lo mejor es no describirlo. Además, quien le da ese tono especial e inclasificable a la película y al personaje es Rodrigo. Para mí, como personaje, es alguien con un ego desmesurado. Al principio, es alguien que parece un niño de 7-8 años y puedes empatizar con él. Pero solo mira por él; cuando vas viendo el metraje de la película ya no te gusta tanto, solo quiere que decidan por él. Ese fue mi trabajo de composición: del hombre hundido en un trauma al descubrir sus aristas y esas luces y sombras.
- Habla de esa oscuridad, de ese hombre que quiere que lo metan en la cárcel y que cuestiona la justicia. ¿Es uno de los debates de la película?
- Sí, pero Rodrigo no ha querido ser panfletario ni mandar mensajes. Él quería meter en una bolsa muchísimas cosas y batirla. De ahí sale Escape. Pero vuelvo, no creo que él esté por el mensaje, lo que sí creo que recrea cómo es el ser humano: muchas veces tendemos solo a mirar nuestros ombligos y a no mirar hacia afuera. Eso es lo que le pasa a mi personaje, de hecho. Que tiene ese egoísmo que solo quiere llegar a lo que quiere sin importarle cómo. Para mí, ese punto de partida de que él quisiera entrar en prisión da para mucho debate.
- Pues vamos a ello. ¿Estamos más libres dentro que fuera de la cárcel? ¿O más seguros?
- Bueno, el personaje está cómodo encerrado en sí mismo. Allí sí veo un problema y lo cuenta. Es una persona que quiere el control y que hagan las cosas por él y tomen decisiones por él. Que es verdad, constantemente estamos tomando decisiones, pero él no quiere, porque cuando lo hizo, le pasó algo que lo cambió para siempre emocionalmente y lo ha roto. N es un juguete roto en sí mismo y de la sociedad por todas las decisiones que nos hacen tomar.
- Antes comentaba el poder de Internet que decía que algo bueno debía internet. ¿Cree que la obsesión de mirarnos el ombligo tiene algo que ver con las redes?
- No sé si influye o no, lo que es cierto es que cuando vas a Youtube, Instagram o Google te dan lo que buscas y se van retroalimentando. Sí es cierto que te quedas en tu burbuja y de allí no te mueves.
- ¿Es difícil para un actor como usted salir de ese bucle de las redes?
- Yo vivo en el campo, entonces hago una terapia de desconexión diaria. Cuando no estoy trabajando, vivo fuera, con mis perras, y mi paz mental está en salir a pasearlas, ver el atardecer, darme un paseo, el deporte o trabajar en cosas mías de creatividad, de guion o escribir ideas. Yo trato de buscar la felicidad en esas cosas, pero intento estar alejado de los medios, menos cuando tengo que promocionar una peli o un trabajo interesante. Luego desaparezco. Porque, al final, si te expones, también haces que te pregunten por tu vida. Y, oye, que cada cual haga lo que quiera.
- ¿Le siguen preguntando mucho por ese lado privado?
- Antes sí, ahora no. Ahora tengo 38, voy para 39 y no es como antes. Antes me preguntaban cualquier cosa sobre mi vida privada, ahora, siento muchísimo más respeto. También la gente ha crecido contigo, ¿qué más se va a decir? También pierden algo de interés y al final se centran más en tu carrera, porque ven el esfuerzo y el trabajo que has hecho.
- Como bien dice, le hemos visto crecer en pantalla, en todos los sentidos. Le hemos visto como actor, pero también como creador, director y guionista. ¿Cómo se siente ahí?
- Yo quería verme detrás de las cámaras porque creía que podía trabajar en ello. Siempre me ha gustado la dirección, he tenido un ojo puesto siempre ahí. Ahora, lo que me pasa cuando ruedo, por ejemplo con Dani de la Torre, tengo un ojo puesto todo el rato en cómo trabaja. Y otra cosa que pasa es que a veces es difícil encontrar un proyecto en el que importen los personajes. En Escape pasa, pero muchas veces, no. En mi caso, además, quería dirigir a mi hermano y a otros chavales que no eran actores. Quiero currar mucho los personajes y que el alma de la película sea la interpretación. Esto es esencial. Con todo lo malo que tuvo, durante la cuarentena me puse a escribir y descubrí algo en mí que abrió un portón enorme que me lleva a querer volver a dirigir el año que viene, espero. Necesito crear personajes para sanar, es como una terapia, está en mis venas. Desde que dirigí, yo necesito seguir haciendo cine como director.
- Y ahora que Scorsese ha producido 'Escape', ¿le pasó algún guion?
- No, no, no, no (ríe).
- ¿Va a ser también algo personal?
- No, no tan personal.
- ¿Se rodará en Cataluña? Porque su primer filme como director fue aquí.
- Bueno, viví en Esparreguera, en Collbató. Estudié en Martorell y estuve aquí desde los 4 a los 18. Esta es mi segunda casa. Mi abuelo y mis colegas de la infancia. Por eso, al rodar La soledad tiene alas, que era mi primera película, quise rodar cosas cercanas a mí y que había vivido, por eso lo hice aquí. Además, Barcelona es un lugar increíble para rodar y hay algo que hace que siempre caiga aquí. Es una ciudad que amo, forma parte de mí.
- ¿Y fue a La Passió?
- Yo hacía teatro en Esparreguera y escribía poemas, pero en La Passió iba al cine. Recuerdo ir con mi hermana a ver Jumanji y El señor de los anillos. La Passió era mi cine.