A Sergi Belbel le encantan los retos y qué mejor que el de adaptar una película al teatro. Normalmente, suele ser a la inversa, pero The party, de Sally Potter es tan teatral que la tentación era demasiado grande.
El director de escena prepara este verano uno de los estrenos más esperados de la temporada teatral catalana. No sólo el texto es de pura calidad, sino que sus responsables son grandes nombres de la escena: Àngels Gonyalons, Montse Guallar, Lluís Soler, Biel Duran, Marta Ribera, Jordi Díaz y Queral Casasayas.
Doble sentido
Un reparto soñado para una fiesta entre miembros y exmiembros de un partido político inglés. Porque sí, el título mantiene su formato original para jugar con el doble sentido y el contexto sigue siendo el británico, "pero con nuestro toque mediterráneo", matiza Belbel.
El también dramaturgo y traductor de la obra tiene claro que la pieza es completamente actual y universal. El machismo intrínseco, las infidelidades, las traiciones a los ideales bañados en la fina ironía inglesa y el sarcasmo más afilado. Una disección de las miserias humanas que llega el 15 de septiembre al Poliorama.
- Si uno ya ha visto la película, ¿qué se puede encontrar ahora en la obra?
- Algo diferente. Tendrá un aliciente. En la cinta, cuando estás en un espacio no ves qué pasa en el otro, pues aquí sí que lo verán. En el montaje todos los espacios son simultáneos, por tanto, el trabajo de los actores diría que es incluso más divertido, más trepidante y distinto al de la película.
- ¿Y es exactamente igual?
- Hemos respetado el texto y hay bastantes réplicas que están en el texto original y que en la película las cortaron. Es decir, el texto es algo más largo, y la obra también, aunque hemos mantenido la esencia de la película. Además, el espectador verá una adaptación más a nuestro carácter, a nuestra forma de ser algo un poco más subida.
- ¿Gritan más?
- Sí, gritan más. Son más nerviosos y más mediterráneos, porque nosotros tenemos la sangre latina caliente. Los ingleses tienen esa flema, eso más pausado. ¡Ah! Y verá la obra en color.
- Decía también que tiene algo de vodevil. ¿Eso implica ese juego de puertas?
- Hay alguna puerta, pero como tú debes ver todos los espacios a la vez no hay paredes. ¡Es muy fuerte! Pero sí hay alguna puerta, sí, porque la puerta del baño es absolutamente necesaria, porque en el baño pasan muchas cosas. Y esa puerta hace función de vodevil.
- ¿La música lo ha ‘mediterraneizado’ también? Porque era un elemento fundamental
- No toda. Alguna, pero no toda. Hay alguna que ya es mediterránea, pero ya en la película hay algún bolero. En el texto original sale un puñado de músicas que son las que salen, pero la Sally Potter da libertad a los directores para cambiarlas. Y hay alguna pieza que no es música inglesa.
- ¿Qué le cuenta al espectador de hoy?
- El tema fundamental es el desencanto de esta clase política en la que tanto hemos creído la izquierda europea. Lo que ocurre en esta obra lo puedes leer en clave española, en clave catalana, en clave francesa, en clave italiana… Es esa clase política con la que pensábamos que cambiarían las cosas. Había ese movimiento del 15M, que pensábamos que revolucionaría el mundo y que finalmente se han quedado en una zona muy patética, porque han podido tocar poder, pero no han logrado ir hasta el final. Y es ese desencanto, hemos creído en vosotros, pero vosotros habéis metido vuestros problemas de por medio y no habéis sabido llevar la sociedad donde creemos que debíamos llevarla. Por tanto, es una obra sobre el desencanto y sobre la dificultad de que esta clase política, la progresía, haya logrado realmente algo. Sin embargo, no es en absoluto una obra de derechas. Al revés, es una obra muy revolucionaria porque está poniendo el dedo en la llaga, sobre todo, en la hipocresía de determinados políticos.
- ¿Diría que es un espejo que puede doler a cierta izquierda?
- Bueno, es una obra cruel en ese sentido, pero también tiene una estructura muy clásica. Es un vodevil, por tanto, el espectador encontrará este punto subversivo más cuando salga del teatro que mientras está viendo la obra. Cuando la ves, estás pendiente de los argumentos, de los personajes, de qué ocurre, porque tiene una cierta factura clásica. Es decir, no es una obra contemporánea, difícil, en el que las escenas son hiperrealistas. Aquí todo tiene un estilo de comedia clásica de toda la vida.
- Y como dice uno de los personajes, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
- Yo creo que es la gran pregunta. No lo sabemos, pero la putada es que han llegado. Es la gran tragedia. Ellos mismos no saben cómo llegaron hasta aquí. Cada uno de ellos se han envuelto en mierdas y no han sido del todo conscientes de que no han cumplido la palabra dada, que no han hecho los deberes, que no han sido fieles a quienes debían serlo. Es la gran pregunta.
- ¿Pensaremos también que la democracia está terminada cómo acaba diciendo un personaje?
- Lo dice de entrada la Gonyalons. Es lo primero que dice, "aunque piense que la democracia está podrida y definitivamente muerta". La verdad, ahora cuesta mucho creer en la democracia tal y como está yendo todo en Europa. No sé qué puede pasar. La obra habla también de eso.
- Precisamente la derecha sube y la cultura parece sufrir. Se habla de ya de censuras. ¿Cómo se vive?
- Con angustia. Se vive con cierta indignación y se vive con miedo. porque, a ver, Aquí estamos en un teatro privado y no dependemos tanto de subvenciones, pero hay un teatro que debe depender de las ayudas, como la cultura en general. No podemos dar pasos atrás. ¡Y vigilemos! Porque parece que ataquen sólo a la cultura y nos afecta a todos los sectores de la sociedad. Hay muchos sectores desfavorecidos que también necesitan de este apoyo público.
- En cualquier caso, a usted se le ve en racha. Hamlet 0.1 pareció ser ese revulsivo que lo devolvió a los escenarios catalanes. ¿Puede ser? ¿Ha mejorado la situación teatral?
- Sí. No he parado. Me costó muchísimo encontrar un espacio para esa obra. Ya antes de la pandemia estaba desintegrado, desubicado. Trabajaba, sí, pero con la llegada de la pandemia empezaron a salir proyectos. Hamlet, justamente, fue el primero y desde entonces no he parado. Luego vino la novela, gané el Sant Jordi, estrené Lali Symon con Emma Vilarasau, he escrito dos obras que están inéditas todavía, estoy escribiendo una segunda novela.
- Entonces ¿el teatro se está reavivando?
- Totalmente. Esta temporada ha sido espectacular. Claro, veníamos de dos años de gran depresión, de miedo, de pensar que nos liquidábamos y nos perdíamos. En cambio, mira, seguimos adelante, hay más fuerza que nunca.
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