Carla Simón (Barcelona, 1986) apenas lleva dos largometrajes en su haber y ya ha conquistado lo más alto. Su anterior película, Alcarràs, hizo historia al llevarse el Oso de oro del festival de Berlín. Luego vinieron decenas de premios más. A excepción del Goya.
La cineasta catalana prefiere no hablar de ello, así lo aseguran a Crónica Global fuentes cercanas a ella. Eso no quita que esté con las mismas ganas de seguir adelante con su carrera y ya tiene en mente no una, sino dos películas más por hacer. A cuál más distinta.
Trayectoria con futuro
La realizadora confiesa que, por ahora, quiere mantenerse en el universo realista que respiran sus dos primeros films, pero el cortometraje, Carta a mi madre para mi hijo, exploró otra poético, indago en el poder la metáfora, y quiere tirar por ahí.
Crónica Global tiene un breve encuentro con la directora catalana antes de recibir el galardón Málaga Talent del festival andaluz. Un reconocimiento a su todavía corta, pero prometedora carrera. Y más si se atiende a las pistas que deja caer.
--Pregunta: Lleva dos largometrajes y ya ha recibido un premio a su trayectoria. ¿Cómo sienta?
--Respuesta: Es bonito que sea el Talent, porque es por la trayectoria, pero con perspectiva de futuro. Aún me queda camino.
--¿Pero de dónde sale este talento que ha convertido su cine en internacional ya con una segunda película?
--Es muy difícil de responder, porque yo me dejo la piel y el alma en hacer películas. Me siento afortunada de que la gente se identifique con lo que ve, porque yo explico las cosas como quiero. Evidentemente pienso en la audiencia como gente inteligente que puede atar cabos y entender cosas de manera sutil y no manipularle las emociones, etcétera. Es muy importante cuidar esto, pero al final veo la vida, miro cosas, las pongo en la peli y creo que la gente se identifica porque lo ha vivido.
--¿Diría que es una mirada inocente o de retrato la suya, frente a la tendencia de manipulación sentimental?
--No sé. Como espectadora me enfada un poco cuando me aprietan las emociones, para llorar aquí o allá, y me revelo. Las películas que realmente me gustan son aquellas que tratan con respeto al espectador, que les propone un viaje. Eso es una idea que trabajamos mucho desde el guion hasta el montaje. Es un equilibrio muy frágil para que el espectador no se sienta condicionado.
--Para viaje, el suyo con ‘Alcarràs’
--Ha sido un viaje bastante intenso. Alcarràs ha sido una película difícil de hacer en general, después ha tenido un final feliz. Ha sido muy exigente. A eso se le suma que estaba embarazada, que he parido, que trato de ver cómo conciliar mi vida de cineasta con un niño. Luego nos liamos a hacer ese corto.
--Precioso, por otro lado.
--Ha sido una cosa muy loca que me alegro mucho de haber hecho. En realidad, me ayudó mucho porque era un momento de mucha exposición por la promoción, y el hecho de estar creando algo te hace mirar hacia dentro. Yo lo necesitaba. Pero no sé cómo lo hicimos.
--¿Cuándo surge esa idea?
--Hace un año, cuando estábamos en Málaga. Cuando me lo propusieron no pude decir que no. Allí participaron directoras a las que admiro mucho y quería formar parte de esto, aunque me deje la salud por medio. No sabía qué explicar y escribí tres cosas distintas. Una de ellas era esta carta que tenía mucho sentido.
--Esta carta, tiene un punto de conexión con el resto de su filmografía, el hecho de ser experiencial y auto-ficcional. Por otro lado, se distingue de ella porque abandona un poco ese realismo propio de sus películas y adopta un tomo mucho más poético. ¿Es una declaración de intenciones para impulsar su cine hacia allí o lo dejará para los cortos?
--Para mí, los cortos son un camino de experimentación total y sí, mi siguiente película tiene mucho que ver con este corto. La propuesta me hizo probar cosas que necesitaba para la siguiente. Yo necesito ponerme siempre retos nuevos para hacer mis películas, y la próxima, en un momento dado, que no todo el rato, se aleja un poco de ese realismo tan puro con el que he trabajado hasta ahora y pruebo con una poesía un poco distinta.
--¿Qué encontraremos, entonces?
--Es un proyecto sobre la memoria familiar, una búsqueda sobre esa memoria familiar que no tengo. Por eso, tiene tantos vínculos con el corto.
--¿Y su intención es que su cine sea siempre tan personal?
--No. Mi cine no siempre será igual de personal. Tiene mucho sentido, en todo caso, porque las primeras películas de muchos cineastas eran así, sale de la voluntad de hablar de cosas que nos tocan y que tenemos una necesidad de explicarlas. En el caso de Estiu 1993, Alcarràs y esta tercera es así, pero la cuarta que tengo en mente no tiene nada que ver con mi vida.
--¿Podríamos hablar de que está haciendo una trilogía personal o de memoria?
--En realidad sí. Me gusta pensarlo así, como reflexiones sobre mi familia y por las que siento una necesidad muy fuerte de explicarlas.