Diego Anido: "El teatro y el arte suele mirar más a lo comercial que a lo experimental"
El actor recuerda su paso e influencia de la escena catalana en sus espectáculos que ahora llegan a Madrid
12 diciembre, 2022 19:35Diego Anido comparte película y nominación al Goya a mejor actor de reparto con Luis Zahera por As bestas, pero lleva toda la vida curtido en el teatro. Su carrera pasó por compañías como Señor Serrano o Societat doctor Alonso y empezó su carrera en solitario con un sello muy particular.
Reconoce que beber de la escena del teatro contemporáneo no abre muchas puertas, pero sí le da un sello. Un reconocimiento que ahora puede llegar tras la nocimanción. Gracias al film de Sorogoyen ya le han salido dos películas más y ya ha iniciado un proyecto para estrenar en 2024. No tiene bolos para 2023 pero espera tenerlos.
Doble ración
El Teatro del Barrio de Madrid le ha hecho un espacio en su cartelera. El 14 y 15 de diciembre presenta su última creación, El dios del pop, y aprovecha para presentar el 16 su segundo trabajo, El alemán.
Ambas obras tienen una atmósfera que va de la tristeza al humor absurdo, también añade toques de musical, juegos con el sonido y teatro de objetos. Dos obras de lo más completas de las que habla con Crónica Global antes de su estreno.
--Pregunta: ¿Cómo definiría 'El dios del pop' y 'El alemán'? ¿Diría que tienen algo en común?
--Respuesta: Son mi quinta y segunda obra en solitario respectivamente. Espectáculos que he compuesto en paralelo a mi trabajo con otras compañías de teatro y danza contemporánea. El alemán es de 2009 y El dios del pop de 2022 y ambas son trabajos unipersonales en los que trato de mezclar bastantes disciplinas escénicas --teatro, danza, dramaturgia contemporánea, música, baile-- y todo con un equilibrio. Ambas tienen un punto en común, el universo. Hay quien usa el término surrealista, pero es un mundo muy personal, en el que trabajo con las partes más oscuras de mi biografía de manera divertida.
--Claro, pero es curioso porque en 'El alemán' habla de la muerte de un yogur.
--Y pensarás, ¿qué tiene que ver con tu vida, no? Es una obra que habla sobre la fecha de caducidad de un yogur y a partir de allí reflexiona sobre qué pasa cuando un ser muere antes de tiempo y lo lleva hasta el fondo, hasta el punto que alcanza una reflexión casi filosófica y con momentos muy cómicos.
--En cualquier caso, el humor está en ambas piezas cuando son dramas de altura. ¿Qué papel juega?
--El humor es un ingrediente fundamental en el arte. Cuando un artista renuncia al humor yo creo que está tapando algo. Y en mi caso, es el propio sarcasmo de mi tierra, humor que hace que la miseria no sea tan espesa. Galicia fue una región de miseria durante muchos siglos y la necesidad de salir de ella a través del humor sigue muy presente en nosotros. Además, es fundamental para que el espectador me acompañe a lugares muy inospitos, para que cuando quiera volver atrás ya no tengan escapatoria y tengan que venir conmigo hasta el final.
--¿Y qué aporta la música?
--Debe tener conmigo y mis inicios en la creación, que son musicales. Yo pillé los 90 del noise y del indie más puro: Sonic Youth, My bloody Valentine, Pavement, Beef, Penelope Trip., Sigur Ros,... grupos que crean muros sónicos. Yo trato que haya una atmósfera bastante densa y que no haya melodías que cuenten la historia.
--En todo caso, intenta hacer algo diferente, ¿no?
--Podría sonar pretencioso, porque muy pocas veces se consigue. Yo no peleo por ser original, pero veo que algo creativo que sale de mí es genuino. Lo bueno es que es reconocible para el público, pero también es difícil de llamarlo, porque algunos prefieren ir a lo más comercial y es un lugar muy duro, implica mucho trabajo y un feedback muy mínimo. El reconocimiento tarda más en llegar.
--Hablando de reconocimiento, ¿cómo vive la nominación al Goya?
--Pues de padre de hijos con edad demandante, con el fin de gira de El rey del pop, recuperando El alemán (bromea). Pero la nominación es algo que me pone feliz, porque tiene que ver con ese reconocimiento, porque llena un vaso que no terminaba de llenarse. Pero prefiero pensar poco en ello. Me pilla en un momento de la vida preparado para encajar todo.
--Volvamos a las obras que forman parte de su trabajo. ¿Si mezcla su vida con la muerte de un yogur, en qué momento cruzó su biografía con la de Michael Jackson?
--Estaba con esa pataleta que tenemos los actores de vez en cuando por no tener tanto público y empecé a escribir escenas de mi vida, cuando de pequeño quería ser famosos sin saber cómo. Paralelamente escribí sobre Michael Jackson porque era como un niño dios, para mí y contrastar estas dos vidas me parecía gracioso. Luego está el contraste de lo que nos vendieron y lo que tuvimos. Y mezclé estas Dios biografías de la que salió una nueva.
--Y con todo, lanza dardos y mensajes de alerta al público. ¿Es ese el origen?
--Nunca tengo la intención de dar un mensaje. Todo lo que se acerque a un teatro pedagógico o social no es de mi interés, celebro que exista, eso sí. El mensaje no es lo que te hace pensar, son las personas posicionadas las que te hacen pensar. Yo por eso intento posicionarme en personajes complejos, para ser como un ítem de lugares donde no se quiere mirar, es como meter una persona simpática en un lugar inmundo y ver por qué llegó allí, porque el teatro y el arte suele mirar más a lo comercial que a lo experimental. Yo más allá de hablar de mensaje, me interesa hablar del contexto.
--¿Pero apostar por lo experimental duele?
--Depende mucho de las edades. Hay un momento en que cambias, quieres prosperar un poco y tu trabajo ya no puede ser experimental 100%, habrá quien lo haya conseguido. Yo pienso en cómo hago para continuar siendo fiel a los materiales y universos que toco normalmente y tener un poco más de público. Mientras esto último no pasa, me duele un poco. Pero intentas ampliar tu umbral del dolor y a ver qué pasa.
--En definitiva, ¿cómo clasificaría su obra?
--Hemos de encontrar otra palabra que no sea Michael Jackson, yo lo que hago es compartir con la escena del teatro contemporáneo que bebe de la performance y aún sobrevive, porque tiene mucho que decir. Yo me crié bastante en Barcelona con Castelluci, Bob Wilson, Societat doctor Alonso, Señor Serrano... y ves que sigue habiendo material en el vacío del arte y el teatro contemporáneo, no es una tomadura de pelo nunca lo ha sido y nunca lo será. No estoy allí, ni un paso antes, soy un autor en todo esto.