Sofía Gala: "No quiero que me quiera nadie, por mí que me odien todos"
La actriz se mete de lleno en el papel de Clara en el debut de Lucía Vassallo en la ficción, 'Cadáver exquisito'
17 junio, 2022 00:00Sofía Gala es un icono en Argentina y en el mundo del espectáculo. Hija de Moria Casán, todo un fenómeno en el país, estuvo frente a una cámara desde muy pequeña, por eso se mueve frente a ellas como pez en el agua. De ahí que se hiciera actriz.
Su talento no es solo fruto de los genes, tiene personalidad propia y lo demuestra en cada una de sus apariciones públicas, pero, sobre todo, a través de sus trabajos. Unos proyectos que la llevaron a alzarse con la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián con Alanis, entre muchos otros.
Conceptos de amor
Ahora, regresa a las pantallas argentinas con Cadáver exquisito, el debut en la ficción de Lucía Vassallo. Una película inquietante que muestra lo terrible de las relaciones cuando el amor es mal entendido y que lleva a Gala a sufrir toda una transformación increíble en escena.
¿Hasta dónde podemos llegar por amor? ¿Es eso realmente amor? ¿Cuán fácil es cruzar la barrera del amor a la locura? Unas preguntas que resuenan en la mente de Sofía Gala y sobre las que reflexiona en esta entrevista con Crónica Directo.
--Pregunta: ¿Cómo llegó a la película y qué puede decirnos de su papel?
--Respuesta: Llegué al proyecto por Lucía, que es gran amiga mía. Me mostró todo desde los primeros procesos de guion y me pareció superinteresante. Es un placer poder interpretar estos personajes. Transitar personas que viven situaciones que todos conocemos mucho como el amor tóxico, romántico y que nos toca de cerca a una generación, y llevarla al extremo, como le pasa a Clara, me parece un desafío muy interesante y buenísimo para hacer.
--De hecho, cuesta describir la película y encasillarla en un género: ¿romántico, 'thriller', terror?
--Es todo. Me parece que está bien no definirla porque las etiquetas son las que nos llevan al amor romántico y tóxico y ese es el proceso que estamos haciendo los que estamos interesados en vernos de otra forma y desprendernos de todas esas programaciones culturales, sociales y demás que no nos pertenecen, pero que, de repente, tenemos cuando no pensamos ni somos así. Todo eso tiene que ver con las etiquetas y programaciones, por eso me gusta que sea una película difícil de meter en algún género y etiquetarla.
--En esta versión de este amor tóxico, su personaje y usted se mimetizan con Blanca, de quien Clara está locamente enamorada. ¿Cómo fue ese trabajo?
--Al convertirse en Blanca, ella lo que hace es convertirse en la idea que Clara tiene de Blanca, que es bastante monstruosa. Pensamos en teñirme pelo y cejas, pero me parecía interesante que, al ser Clara una especialista de efectos especiales, lo hiciera con sus elementos de FX. Me interesaba esa construcción más monstruosa que tiene de Blanca y no teñirnos como en Mujer soltera busca o Atracción fatal, que son referentes de la película, sino buscar cómo construye esa imagen. Me parecía que así se podía trabajar esa transformación que va de a poco. Eso y ver lo que sucede cuando uno se mimetiza con el otro, porque esto es una exageración, pero son cosas que suceden y que son de esas cosas del amor que no están buenas. Son cosas que nos interpelan. Yo misma he sentido celos, he revisado teléfonos, me he mimetizado con el otro, aunque no a estos niveles, pero sí he vivido cosas muy cercanas. Cosas que no me pertenecen y quiero cambiar. Hay algo de la mimetización en las relaciones por la que uno pierde la individualidad emocional, en el que uno deja de ser un yo para ser un nosotros y, de repente, eres híbrido, porque no eres tú, ni el otro. Entonces, uno se pregunta: ¿por qué ya no siento lo mismo? Porque tú ya no eres tú, ni tampoco el otro lo es. Son un híbrido de lo que cada uno piensa que es el otro. Por eso, me resultaba interesante la idea de esta película y esta idea de posesión imposible.
--Finalmente, dentro de este envoltorio refleja esta idea del amor...
--Habla de cómo nos enseñaron a amar, desde las películas, los libros y la tele que miramos hasta las relaciones de nuestros padres y abuelos... Ese amor a través del sufrimiento y de que el otro te pertenece... ¡Eso es una locura! Y es tan intenso que uno lo confunde con el amor. Cuando pienso en el amor más sano que tengo creo que es el de mis amigos, porque nadie pierde individualidad, nadie quiere ser el otro y no te importa lo que haga mientras el otro esté feliz. ¿Qué pasa entonces en las relaciones? Pasa lo que nos enseñaron como el orto y que llevamos en nosotros mismo y que pensamos que es nuestro y no es así. De ahí que me guste que en la transformación de Clara se viera lo no natural, porque nunca va a lograr ser la otra persona, nadie lo va a lograr porque lo que te transforme va a ser un híbrido poco atractivo, porque vas perdiendo tu esencia y todo lo que tenías deja de existir. Es una metáfora llevada al extremo de cosas con las que te puedes encontrar.
--En este sentido, como bien dice, el cine ha tenido un cometido relevante en esta idea de amor. ¿Qué rol puede jugar el cine ahora? ¿Puede ayudar a cambiar esta idea del amor?
--Tenemos la oportunidad de que ocupe un gran lugar, tal y como hizo cuando sirvió como espacio de programación. Claro que es muy diverso y estuvo todo lo otro, pero cuesta más que llegue, hay que buscarlo. El cine, como el arte, es un gran planteador y replanteador de preguntas existenciales y de cambios. Ahora hay un cambio colectivo de cabeza y el cine tiene la posibilidad de contar estas nuevas historias y que la gente tenga un acceso más general sin ir a un cine arte. Estaría bien que ofreciera una visión nueva y un poco más sana de lo vincular. Películas como esta se quejan de ello, de que algo no está bueno. Son quejas, muestras que te hacen ver crudamente lo que sucede con ciertas conductas. El arte está para hacer preguntas, no para contestarlas. Las respuestas nos las damos nosotros mismos. Por eso son importantes películas como estas que ponen sobre la agenda cuestiones como el amor, los vínculos y las relaciones.
--Más en esta época en la que parece que aumentan los casos de violencia de género y que aparecen grupos y partidos que lo niegan, ¿no?
--Ante los grandes cambios, están los que no quieren que sucedan. Hay un mundo que se plantea cosas por primera vez e imagina cosas nunca antes pensadas y, por el otro, está el ultraderechismo que gana en un montón de países que nosotros creíamos desarrollados, gente que dice barbaridades, homosexuales a los que les pegan por las calles, a chicas que las matan los novios... Cuanto más se habla, hay más resistencia a los cambios. Claro que también sucede que los medios lo visibilizan más y si a una la pegaron salen miles a la calle. Pero si hay resistencia es que algo sucede.
--Usted siempre se ha interesado por estos cambios y sus papeles en el cine son de personajes que suelen salirse de la norma. ¿Qué interés le suscitan esos papeles? ¿Son un aliciente para aceptar una película?
--Yo soy así. Soy una persona que me salgo de la norma. No me gusta cómo está planteado el mundo, no me gusta todo el mundo... entonces, naturalmente, los papeles que voy a elegir van a rozar algo de esa filosofía, porque es a los que más cerca me siento. No me gusta el arte complaciente, algo muy de moda en estos tiempos, en los que es más importante gustar y cuántos seguidores tienes en Instagram. A mí no me interesa ser famosa y que la gente me quiera. No quiero que me quiera nadie, por mí que me odien todos y no le importe nada a nadie. Me interesa hacer algo y que a la persona que lo vea le pase algo, ya sea bronca, enojo, movilización, amor... ¡algo! Lo que no quiero es hacer algo y que salgan diciendo "qué lindo, no me pasó nada. Vamos a tomar un té". No me interesa ese arte que ahora es: que me sigan queriendo o no decir lo que pienso para no ser cancelada o que no hace películas transgresoras para no ser rebelde. ¿Por qué no ser honesto con uno mismo?