Marc Parejo: "La gente del teatro no nos movemos en el mundo del dinero, nuestro motor es otro"
El actor da el salto a Nueva York con un monólogo que sacude al espectador por su dureza, 'Con los ojos cerrados'
29 mayo, 2022 00:00Marc Parejo (Barcelona, 1981) ha dejado Acacias 38, serie en la que estuvo seis años, para volcarse de nuevo en el teatro, de donde viene. Lo hace con las pilas cargadas y con más ímpetu y decisión que nunca.
El actor ha decidido montar su propia compañía junto al argentino Nicolás Degliantoni y con su primer proyecto, Con los ojos cerrados, estrenan ni más ni menos que en Nueva York (Estados Unidos).
Proyecto en marcha
Del 2 al 4 de junio, el intérprete presenta en el 64E4 Cultural Center una obra que pone al espectador frente a una realidad muy incómoda, a pesar de que cada día parece más actual. ¿El tema? Lo tienen que descubrir al acercarse al teatro.
El catalán tiene previsto traer esta obra a Madrid, su ciudad de residencia, y por Cataluña, que considera su tierra. Una semana antes del gran estreno Crónica Directo habla con él para tratar de conocer más sobre esta nueva aventura.
--Pregunta: ¿Cómo afronta el reto de estrenar en Nueva York?
--Respuesta: Muy ilusionado. Son esas cosas locas que tiene la vida. Uno plantea llevar adelante un proyecto como una obra de teatro que es muy costoso en todos los aspectos, tanto monetario como energético, ya no sólo porque estás encima del escenario, sino porque armas la producción y, después de casi dos años de sacrificio moviéndolo, poder estrenar en la Gran Manzana es como un sueño. ¡Imagínate! Ni me lo planteaba.
--¿Cómo surgió este proyecto?
--Todo viene de Acacias 38, en la que estuve seis años. En Italia tuvo bastante repercusión y me invitaron a una gala para entregarme un premio. Allí conocí a Andrea Fiorillo, un gran actor napolitano, que preparaba este proyecto y me habló de él. La temática me atraía, le pedí el texto, me lo pasó y me puse en contacto con el autor, Luca Pizzurro, que se ha convertido en amigo también. A partir de allí, mi socio en Maniac Producciones, Nicolás Degliantoni, y yo nos fuimos a Italia a conseguir los derechos y, una vez obtenidos, empezamos a montar el equipo, que son amigos y es de primera.
--¿Y la oferta de Nueva York cómo llegó?
--Hace un par de años estuve allí con otra función, conocí a la gente de cultura del consulado de Nueva York y cuando tuvimos el proyecto se lo presentamos y nos programaron. Y la idea es hacer una pequeña gira por Argentina, tenemos hablado México y me encantaría hacerlo en Madrid, nuestra casa y, obviamente, en Cataluña, que es mi tierra y, por qué no, hacerlo en catalán. De hecho, la traducción al catalán nos la hizo la gran Roser Batalla.
--La sinopsis de la obra es muy enigmática, apenas se describe qué sucede.
--Es lo que queríamos. Crear este enigma en el espectador. Lo que puedo explicar es que es un monólogo basado en una historia real. El personaje de la obra es Bruno, es muy carismático, enigmático, muy culto, un erudito. Pese a ser un monólogo, el personaje y la obra se dirige al público que empatiza mucho con él y se siente partícipe. Pero en un punto, el personaje cruza una línea incorrecta, mal vista, delictiva y ponemos al espectador en una especie de juicio en el que ve cómo el personaje no es consciente de lo que dice y el público lo vive desde otro lugar. Sé que es enigmático, pero no podemos destriparle la obra al público. Diríamos que es un thriller psicológico, porque uno se da cuenta de que el personaje no es lo que parecía. Al menos eso nos ha dicho el público no especializado que ha venido a ver las previas.
--¿Es una obra que rompe estereotipos, prejuicios o tabúes?
--Sí y no. Explicamos una historia que desgraciadamente sucede y es terrible que suceda todavía hoy en día. Desde Maniac Producciones entendemos el teatro como una crítica social y, si bien esta es nuestra primera producción, queremos que todas nuestras obras posteriores vayan por ese camino. Yo mismo entiendo el teatro como una crítica social y queremos que la gente se siente en la butaca, vea una historia y que al acabar se quede 10 segundos allí pensando que lo que le han explicado está pasando en España, Italia y otras partes del mundo. Para decirte algo más este hombre vive una historia de amor que no está bien vista para nada.
--Debe ser duro y un riesgo para usted meterse en la piel de este personaje.
--Cuando estoy sobre el escenario me evado y en aquel momento soy el personaje. Intento abstraerme de lo que pasa en el patio de butacas, pero sí que captas las reacciones de la gente. Al principio empatizan mucho y después se llevan el golpe y piensan que han empatizado con un perturbado. Eso hace que el espectador se quede pensando y piense que eso sucede y, desde hace unos meses, se ha hecho evidente. El objetivo es poner sobre el escenario una realidad que está pasando y que es terrible.
--Lo hace además sin una moraleja.
--Exacto, porque empatizas con él, al principio. Es un ser humano con sus sentimientos y su manera de ver las cosas. No lo defendemos, obviamente, sólo ponemos esa realidad allí.
--Vamos, un regreso a los escenarios con un texto de lo más duro. Tras tanto tiempo en la televisión, ¿tenía mono de teatro?
--Bueno, mi vocación surgió por casualidad. Yo vivía en Barcelona, ahora en Madrid, e iba para músico: estudié piano, solfeo y demás. Un día me llevaron a un casting para niños de unos 10 años para participar en el musical No memory, que se hacía en Barcelona, y me cogieron. Y eso que podría haber sido una cosa impuesta por los padres, me encontré de lleno en esa situación y nació mi vocación. Me acuerdo que nada más entrar en el Tívoli pensé: yo quiero estar aquí siempre. Hice musicales, teatros y sí, los últimos seis años estuve en Acacias. En este tiempo hice dos cosas de teatro, pero porque pude compaginar la tele, que es un medio que me gusta mucho, y el teatro, que para mí es esencial. Sobre el escenario siempre descubro cosas nuevas sobre mí como actor.
--¿El público lo siente igual? En Barcelona hay cierta sensación de escasez de público en los teatros, ¿en Madrid la situación es distinta o es algo general?
--Yo acabé la gira de Siveria del Teatro Español en Lloret, en casa, y había gente, pero lo cierto es que tengo amigos que me dicen que los teatros en Barcelona están vacíos. No sé qué pasa. En Madrid hay otro tipo de teatro, hay mucho musical y eso atrae a público de otros puntos de España. Lo cierto es que en Madrid el teatro funciona, cosa que me alegra tras todo lo que hemos vivido la gente de la cultura con la pandemia. Desde Madrid se ve otra perspectiva y me duele ver que las cosas estén así en Barcelona.
–¿Continuará con el teatro o también vienen cosas de televisión y cine?
--Estamos muy centrados con nuestra productora con la obra y preparando un programa piloto para televisión del que no puedo decir mucho. Cuando regresemos de Nueva York y movamos la obra ya miraré otras cosas, porque cuando te metes en esto has de poner los cinco sentidos en ello o es imposible.
--Teniendo en cuenta estos años de pandemia y la crisis de público en Barcelona, ¿no es un riesgo el que toma?
--Totalmente, sobre todo a nivel económico. Pero creo que la gente del teatro no nos movemos en el mundo del dinero y de hacer negocios, nuestro motor es otro y así ha de ser. Todos hemos de comer, obvio, pero desde la productora, en ningún momento pensamos en más que sacar el proyecto adelante y abrir los ojos a la gente para decirlos que esto sucede. Se basa en un caso real, el autor lo vivió muy de cerca. Y no puedo decir nada más. Lo dejamos así para que la gente venga al teatro y acabe de salir de dudas.