Ana Milán (Alicante, 1973) se vuelve a meter en la piel de Victoria de la Vega en la película de Camera café, dirigida por Ernesto Sevilla, en la que se reencuentra con sus antiguos colegas de oficina y de trabajo.

La actriz tiene un gran aprecio a este personaje con el que comparte solo una cosa: ambas son mujeres fuertes, algo que asegura que todavía asusta. Claro que eso no le causa muchos problemas laborales ya que está que no para.

Imparable

Al estreno de la cinta se le suma la segunda entrega de By Ana Milán, una ficción que arrancó después del éxito de las conversaciones que tuvo con sus seguidores durante la pandemia y que se ha convertido en todo un fenómeno.

La intérprete se ha ganado el cariño del público y es algo que, si bien no la deja caminar mucho por la calle, agradece sobremanera, ya que la gente se le acerca con mucho afecto. A su paso por el Festival de Málaga, Crónica Directo conversa con ella de todos sus proyectos.

--Pregunta: ¿Cómo fue su reencuentro con el personaje de Victoria?

--Respuesta: Fue estupendo porque apartó todos mis miedos enseguida. Cuando llegué al set de rodaje Victoria estaba esperándome subida a sus tacones, con su mala leche. Fue como encontrarme con una buena amiga. Es un personaje que adoro.

--Se la ve poco, por eso, en la película.

--Yo no me pude incorporar más de una semana porque estaba con otra serie y era todo lo que podía hacer. Si hay un Camera café 2 prometo estar más tiempo.

--¿Cómo vive este momento frenético de trabajo? Tiene su propia serie, un libro, películas…

--Las temporadas de subida y bajadas de los actores forman parte de nuestras carreras, del tipo de vida que hemos elegido. Nadie te asegura estabilidad o que a final de mes va a llegar un sueldo. Es una elección arriesgada que, en cualquier caso, forma parte de mi trabajo. Lo vivo con la misma naturalidad que las temporadas que ha habido menos trabajo.

--¿Y cómo fue el reencuentro con los compañeros de la serie?

--A muchos de ellos los he visto muy a menudo y estaba al día con ellos, a otros que he visto menos me ha dado mucha alegría verles porque durante muchos años formaron parte de mi día a día.

--¿Se esperaban este éxito? ¿Qué supuso ‘Camera café’ para usted?

--Camera Café supuso una revolución absoluta. Lo primero es que se consiguieron datos de audiencia inauditos en lo que ahora llamamos el access. Nos inventamos que antes del prime time podía ocurrir algo con tanto valor en share y rating como el que tuvimos. Fue una maravilla, una revolución. Y el que sabe de televisión sabe que es una joya en el modo de rodarse. ¡Es un plano secuencia! Hay una cámara y un micro con actores que se mueven por escena sin taparse, sin pisarse. Estaba hecha con mucho mimo.

--¿Le marcó el personaje?

--Sin lugar a dudas, porque algo que está durante tanto tiempo acaba calando, porque acabas entrando durante mucho tiempo en la vida y las casas de la gente. Si a eso le sumas que no se ha dejado de reponer...

--¿No la encasilló un poco?

--Encasillarme me preocupa menos. Hacer mujeres de carácter es mi especialidad y dudo mucho de que alguna vez me den una Julieta.

Ana Milán y Arturo Valls / NIETE

--¿Eso le gusta o no?

--Mucho. Me parece que las malas, las impertinentes, las altivas son mucho más divertidas de trabajar que las buenas.

--¿Y qué comparte Ana Milán de todo eso? En redes y en 'By Ana Milán' no se muestra así.

--¡No, claro! ¡No soy así! Estaría sola en la vida. Aunque sí que compartimos el ser mujeres de carácter. Victoria es una mujer de carácter desagradable y yo una mujer de carácter (ríe). Lo que compartimos es el susto que dan las mujeres de carácter. Ahí lo dejo.

--¿Aún producen ese miedo?

--A todos los hombres os gustan las mujeres de carácter hasta que tenéis que lidiar con nosotras. Entonces ya os gustan un poquito más dóciles.

--Y más allá de 'Camera café', sigue adelante con ‘By Ana Milán’, que comparte el hecho de ser un formato de televisión distinto.

--By Ana Milán ha sido un sueño absoluto y curiosamente el sueño ha venido de la mano de mis compañeros. Ha sido el equipo soñado en dirección, detrás y delante de las cámaras. No ha habido un día de mal rollo. Para mí ha sido de los grandes regalos profesionales.

--Todo surgió de las conversaciones que mantuvo con sus seguidores durante la pandemia. ¿Cómo le vino esa idea?

--Yo que sé. Yo un día pensé en qué podía colaborar porque veía a la gente hacer mascarillas, respiradores con impresoras 3D y yo me sentía torpe, inútil. Pensé: tengo que poder hacer algo y un día me dije, "compañía". Así empezó. Éramos miles de personas pasando un rato juntos. Es verdad que era mi cara la que se veía, pero los protagonistas eran ellos. Siempre que recuerde la pandemia lo haré como algo muy duro en lo social y bonito en lo personal. Nos juntamos una pandilla, que de repente éramos 50.000. ¿Pero cómo va a ser? Ningún mal rollo, nadie vino a insultar… Pobre gente, hasta se les echa de menos a veces (bromea). Fue realmente increíble, la gente es increíble.

Ana Milán en 'Camera café'

--Y se convirtió, todavía más, en un fenómeno en redes. ¿Se considera una 'influencer'?

--¡No! ¡Dios me libre! No lo digo como crítica, pero me parece de un currazo… Yo las veo que siempre están increíbles e impecables. Tú miras mi Instagram y yo tengo la foto con la pestaña hasta aquí y otras con el moño, la camiseta y la cara lavada. Esto es lo que hay, si te gusta bien y si no, también. Ahora, cuando veo la foto con el aguacate partido y no sé qué… no se lo hago a mis amigos, lo voy a hacer para una foto.

--¿Eso le permite transitar a gusto por la calle?

--Cada vez menos, pero la gente es súper amable conmigo. Yo camino y cada 20 pasos me hago una foto, aunque también es verdad que cada 20 pasos recibo un poquito de amor.

--¿Cuando empezó en todo esto lo esperaba?

--En absoluto. Y mi sorpresa fue enorme cuando empezamos a salir a la calle y me encontraba a gente que me paraba para decirme “gracias”. Allí me doy cuenta de que ha pasado algo, de que ha sucedido algo a nivel emocional.

--Es que a las actrices y actores se les ve normalmente alejados del público y usted rompió esa barrera, ¿no?

--Muchos compañeros me dijeron que tuviera cuidado con eso, sí, que había que mantenerse distante. Yo no lo creí y sigo sin creerlo.

--¿No es extraña esa recomendación cuando los actores y actrices deben ser un reclamo y hacer que el espectador sea casi de la familia?

--Así lo creo.

--Por último, ¿qué le da la comedia que la vemos tanto en ella?

--A mí la comedia me parece que es un salvavidas social absoluto, un género muy difícil que, cuando está hecha con maestría, no parece serlo. La risa siempre es espontánea y, sin embargo, la lágrima uno tira de ella. No hay nada más difícil que lo espontáneo, hacer estallar a alguien en carcajadas es un don y depende mucho del actor, el drama depende más del guionista. La comedia a mí me da mucho porque además creo que es lo único que verdaderamente nos va a salvar de volvernos locos.