Rocío Carrasco ha continuado con su testimonio en la segunda entrega de Rocío, contar la verdad para seguir viva. La hija de la más grande ha relatado su primer embarazo, el momento más idílico de su relación donde Antonio David se comportó de manera ejemplar.
Sin embargo, el segundo no fue como el primero. Con Rociíto ya embarazada, se fueron en verano de vacaciones a Chipiona, donde estuvieron con amigos y familiares. Allí salían todos los días por la noche y a mediados de julio la cosa se torció.
Complicidad
“Empiezo a ver que con una determinada chica hay demasiado toqueteo de la cara, complicidad… demasiados detalles que no eran los esperados con una persona a la que acabas de conocer”, ha comenzado Rocío sobre sus dudas.
“Yo hablé con él, pero su respuesta era que yo estaba loca, que el embarazo me estaba afectando a la cabeza, que veía cosas donde no las había y que las hormonas me estaban sentando muy mal”, ha continuado.
Infidelidad
Un dia de esos, él fue a buscar una copa y tardaba en llegar. Entonces, Carrasco fue a buscarlo y descubrió la infidelidad: “Lo vi comiéndose la boca con una chica detrás de la barra”. Ella salió corriendo del bar y comenzó a tener pinchazos en la barriga, como si fueran contracciones.
“Yo decía que me quería ir y él me vuelve a decir que estaba loca, que no estaba bien de la cabeza. Yo empiezo a hiperventilar, a tener un ataque de pánico. No me entra porque me esté poniendo los cuernos, no me entra como mujer, me entra como madre, porque yo estaba embarazada de él”, ha seguido.
Traición
“Él usaba el embarazo para decir que estaba loca y que lo que veía no era real. Le pedí que me llevara a casa y él me dijo que no, que me fuera andando porque él se quedaba con la otra”, ha comentado Rocío.
Entonces se fue sola y descubrió que todo el pueblo conocía la infidelidad menos ella, incluso sus primos y sus amigos, y la habían traicionado: “La gente me gritaba ‘Rociíto, eres una cierva embarazada’. Lo sabía todo el mundo. Incluso gente de prensa como María Patiño”.