Ganadora de tres premios Goya, curtida en el cine y la televisión, Laia Marull regresa al teatro con un personaje mítico en la historia de España e icónico en la escena patria de Lorca, Mariana Pineda.

La catalana vuelve al Teatro Español de Madrid con este espectáculo sobre el amor a la libertad individual y colectiva, sobre la defensa a muerte por los ideales y la integridad y con una puesta conceptual, para expresar el mundo interior de la figura a la que representa. Lo hace en tiempos de pandemia y en una época en la que los valores que representa el personaje parecen escasear.

La actriz reflexiona sobre lo que supone representar a un personaje tan legendario, las emociones que siente del público que la puede ir a ver, y lo que siente ella encima de un escenario. Unas sensaciones que le han hecho cambiar de opinión sobre el teatro.

--Pregunta: ¿Cómo llegó al proyecto de Mariana Pineda?

--Respuesta: Me llamó el director y me pareció un planazo. Había hecho un Lorca antes, Así que pasen cinco años, pero era un personaje pequeño y la verdad que tenía ganas de hacer un Lorca. Además, me pareció curioso porque hace unos años grabé para la Forta La Xirgu, una TV movie que sucede en los alrededores del estreno de Mariana Pineda y cómo se conocieron la actriz y el poeta. Por eso cuando me llamaron pensé, esta ya la he hecho (ríe). Así que tenía ganas, además para él ella era su heroína y, por desgracia, tuvieron un final muy parecido.

--¿Qué tiene Mariana Pineda que la hace especial?

--Es un personaje muy vital. No la dejan vivir y tiene esa tragedia dentro. Se hace valiente durante la función. Ella no nació mártir, ni heroína, lo acaba siendo tras su muerte por seguir sus ideales hasta el final y ser un personaje íntegro. Hablar de un personaje así ahora es muy importante porque estamos en un mundo porque estamos un poco faltos de esta integridad. 

--¿Cómo es enfrentarse a un papel tan importante en la obra de Lorca?

--Es doble ilusión, porque hay ese paralelismo que el personaje representa también cómo acabaron con Lorca. Pero el personaje tiene mucha poesía y mucha entraña. Sólo tienes que dejar que la obra fluya por dentro, hacer de vehículo entre las palabras de Lorca y el público. Y como es un personaje que se mueve por amor, es dejar que ese amor se apodere un poco de ti. Junto con el deseo de libertad.

--De hecho, es un amor también por la libertad. Casi se deja el drama sentimental para ir al ideológico.

--Es ideológico, pero con una carga emocional brutal. El personaje se mueve por emociones e ideas que son la misma cosa. Es una mujer enamorada y puramente ideológica, va junto ese deseo de amor por la libertad, por el prójimo y por el amor.

--Además, una libertad personal y colectiva.

--Exacto. La desgracia de la obra es que por esa libertad colectiva se queda sola, tremendamente sola. Pero ella seguirá defendiendo esa libertad hasta la muerte y eso hace que el personaje se vuelva heroína y mártir a su pesar. Porque sólo es un personaje íntegro que lo que siente lo hace, y lo que hace lo piensa y lo que piensa lo dice y ya.

--Algo que no se ve mucho hoy.

--Esta muy en desuso hoy en día.

--La obra, hoy en día, ¿se vuelve una reivindicación?

--Creo que sí. El personaje tiene que revolver algo en el espectador de alguna manera. Estamos ya demasiado acostumbrados a las incongruencias y que no pase nada, a que digo una cosa y hago otra, a que no tenemos palabra, a que no pensamos en los demás. Por eso es precioso interpretar a Mariana Pineda ahora, y feo en el sentido de que igual, tristemente, está alejado de nosotros.

--Estas incongruencias además parecen verse en la gestión de la pandemia mismo.

--Debe ser muy difícil organizar esto. El bicho es muy malo y va donde le da la gana. Lo que es terrorífico es ver cómo se usa como arma política, con una pandemia que debería hacernos ir todos a una.

--¿Y desde el teatro, cómo se vive? Hemos visto que hay territorios que han cerrado teatros y cines mientras en otras no. 

--Es extraño. Cuando se cierran los teatros nos quejamos los del teatro y cuando se cierran bares, los de los bares. La sociedad tendría que ser otra cosa y no ir por gremios, pero es difícil. Se cierran las cosas pero después las ayudas no llegan, se van a pique muchos negocios y productoras. Hay mucha gente de mi profesión que están a dos velas, pero también sucede muchos sectores. Lo que da rabia es que no haya un plan general bueno y el que hay está criticado por aquí y por allá.

Laia Marull y el elenco de 'Mariana Pineda / MARCOSGPUNTO

--De hecho, hay controversia incluso en el teatro. Se defiende que la cultura es segura, pero también hay quien piensa que si toca cerrar, toca cerrar.

--Se hacen las cosas muy bien, pero ahora seguro no es nada. Y la cultura es segura lo decimos con la boca pequeña. Pero como decía Lorca, “no sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro”. También nos alimentamos de libros, de poesía, de música.

--Y durante el confinamiento se ha visto con el aumento de suscripciones a plataformas o la venta de libros online.

--Y ahora cuando hemos podido abrir los teatros hemos visto como el acto en directo es muy necesario, hace comunidad. El teatro crea comunidad, porque estamos todos sintiendo una cosa a la vez. Eso no es lo mismo por una pantallita, no es que sea peor.

--¿Hay una reivindicación del teatro tras la pandemia?

--Se siente en las funciones. Primero que el agradecimiento es mutuo, porque para nosotros que esté el público allí es mucho, es muy valioso.

--¿Cómo es trabajar en épocas del Covid?

--Es un poco esquizofrénico. Vamos a una comunidad y cierran los teatros, en algunas otras hay capacidad para 1.000 pero sólo dejan entrar a cien… y vas hacia allí en trenes, a veces, repletos. Al principio era una locura. Luego hay otra cosa, más personal, nosotros subimos al escenario sin mascarillas y allí también hay un acto de fe que es casi absurdo. A nivel emocional no es fácil. Pero allí estamos y es muy potente estar allí.

--Empezasteis prepandemia y seguisteis en plena tercera ola. ¿Hay diferencia en el público? ¿Está más sentido?

--Yo quiero pensar que sí, pero 100% no lo sé. Claro que la obra provoca mucho esto. Ahora uno también siente ese lado de función social que tiene el teatro. Los aplausos son más flojos porque hay menos gente, pero notas ese calor en los aplausos.

--¿Es muy difícil enfrentarse a esa sala medio vacía?

--A mí en general no me ha importado nunca la gente que esté. Hay gente que se pone muy triste cuando el teatro está vacío, yo me pongo muy triste por los productores, porque me sabe mal. Pero a nivel de estar en escena, incluso si hay pocos se lo dedicas más apasionadamente.

--Y ahora que algunas obras se han filmado para verse en pantallas, ¿te parece bien? ¿Qué opinión te merece?

--No me gusta el teatro filmado. Pierde mucho, además. Yo no puedo ver grabaciones porque me deprimo. Piensas que has hecho una cosa muy bonita y cuando la ves ahí piensas “qué mierda es esta” (ríe).

--Pero tu has hecho cine y series

--Pero el cine y la tele ya están grabados de una manera. La cámara en cine entra dentro del actor, de alguna manera, hace que se te vean las entrañas. En el teatro lo ve el espectador en el momento, la cámara no lo ve.

La actriz Laia Marull, frente al Teatro Español / JC

--Pero existen esos proyectos de teatro grabado

--Y deben existir. Está bien acercar el teatro al espectador cuando no puede ir, en momentos difíciles y reanimar el teatro. Estos son los medios que tenemos, hay que cogerlos y está bien como herramienta de divulgación, para la gente que no puede venir al teatro. Es bonito, pero a mi me da un poco de miedo.

--¿Por qué?

--Temo que de alguna manera nos acostumbremos a que sea lo mismo cuando no lo es. Pero por otro lado confío en que no pasará, porque el teatro es algo vivo y las salas están llenas en la medida en que nos dejan. Es un miedo absurdo. Pero como gremio debo decir que se están grabando cosas y no sé si se están gestionando bien, ni se están pagando bien.

--Ese también es uno de los miedos del cine. Se hacen películas pensadas para su estreno directo en plataformas.

--Ahí, sí. El teatro no se está perdiendo, pero el cine y las salas de cine, sí, están en un peligro mayor. La diferencia entre en vivo o grabado es tan grande comparado en grabado para cine y verlo en pantalla pequeña que da la sensación de que no pasa nada, pero la diferencia es brutal. Hay grandes directores que cuando graban, si lo ves en pantalla pequeña, lo pierdes todo. Y eso sí me da miedo. El cine se está perdiendo, no se valora ni a nivel institucional.

Tras la crisis de 2008 apenas pudimos recuperarnos. Se hicieron algunas películas grandes y hacíamos otras medianas de muy buen nivel, y ahora se fue al carajo. Ahora el cine se hace apenas con dos duros, con mucho esfuerzo. Hay poca gente que lo hace y se estrena de muy mala manera. Es imposible. Eso pasa en el cine y me da mucha pena. Es muy doloroso.

--Se te ha visto poco en los teatros fuera de Cataluña…

--Sí.

--¿A qué se debe?

--Casualidades de la vida. El teatro catalán viaja menos y si lo hace, viene a Madrid después de volverla a ensayar en castellano. En cambio, cuando hago teatro en Madrid tiene mucha más capacidad de viajar y no entiendo muy bien porqué. Eso se tendría que preguntar a distribución. Pero yo he hecho algunas obras aquí, como Antígona, vine con la versión española de Roberto Zucco, Incendios

--En los últimos meses hemos hablado con gente del teatro que nos comentan lo mismo. Que apenas existe ese tráfico de Madrid-Barcelona y aun menos de Barcelona a Madrid

--Nosotros hemos salido a algunas plazas catalanas como Reus, Rubí, Granollers y algunas más. No lo entiendo. Es cierto que el teatro catalán tiene sus propias giras dentro de Cataluña, y en ese sentido está más apartado y más cerrado. Pero cuando adaptamos la función al castellano para ir a Madrid sería lo suyo seguir viajando, y no sucede. Lo de girar por España es como si fuera patrimonio de las obras que salen de Madrid y la razón no lo sé (ríe bromeando).

--¿Qué proyectos tienes ahora: cine, teatro, tele...?

--Pues nada. Yo estoy con Mariana Pineda a tope hasta abril, y tengo otro proyecto de teatro, pero falta más de un año.

--Y tú que antes eras una actriz de cine casi, ¿ahora te ves más en el teatro?

--Es cierto que yo siempre decía que era más una actriz de cine que del teatro, y es verdad que me gustaba más. Pero, ahora, con el paso de los años y habiendo hecho más teatro te diría que el teatro tiene algo especial, la conexión con el público es muy potente es distinta. Y ahora, con las producciones de cine que son todas más cortas apenas te da tiempo de meterte en el papel. En el teatro, al estar más tiempo con el personaje lo trabajas más, lo perfilas más, descubres nuevas cosas del personaje. Es distinto.