Isabel Preysler es uno de los referentes mundiales en cuanto a elegancia se refiere. A sus 69 años, la filipina ha sido fotografiada, en las calles de Madrid, paseando junto a su actual pareja, el premio Nobel Mario Vargas Llosa. Unas imágenes en las que Isabel luce un aspecto de lo más juvenil con un estilismo muy veraniego.
Para la ocasión, la Preysler se ha enfundado unos tejanos de tiro alto muy entallados, pero con el bajo holgado, emulando el conocido efecto pata de elefante. Una prenda que ha acompañado con unos taconazos de vértigo, calzándose unas sandalias con suela de esparto. Un material al que también ha recurrido mucho la reina Letizia este verano.
Muy conjuntaditos
Isabel ha cuidado hasta el último detalle: la que fuera la primera mujer de Julio Iglesias ha optado por una blusa que mezcla el estilo hippy y marinero con franjas de líneas verticales en un azul muy tenue sobre un fondo blanco. Una pieza con la que la Preysler lleva a juego su mascarilla. ¡Qué mona va esta chica siempre! Pero, ojo, que no es la única prenda con la que combina.
Se trata de la camisa que lleva puesta el escritor Mario Vargas Llosa (84 años), quien también con un look muy relajado compuesto por una americana de verano gris azulado, camisa blanca con rayas marineras, y pantalón de corte "regular" en color beige pasea con unos mocasines náuticos de color azul marino en sus pies.
¿Quién ha dicho que las vacaciones engordan?
Aunque la diferencia de edad entre ambos es de 15 años, la pareja se ha dejado ver de la mano demostrando estar en su mejor momento, pese a que Mario camina con la ayuda de un bastón.
Isabel, en cambio, parece la protagonista de El curioso caso de Benjamin Button, y eso es gracias al pacto que mantiene con el diablo, es decir, su cirujano plástico. Casi con 70 años, la reina de corazones presume un rostro sin arrugas, algo que también se debe a la mítica frase del filósofo Fuerbach: "Somos lo que comemos".
Isabel Preysler: Alfombra al pasado (AGOSTOS 2020) | ELLE ESPAÑA
Dietas muy estrictas
No lo decimos por las dotes culinarias con las que su hija, Tamara Falcó, nos sorprende a diario en televisión, que también, pues Tami está aprendiendo mucho. Lo decimos por los atípicos retiros a los que la pareja se somete conjuntamente cada verano en la Clínica Buchinger de Marbella. Unas vacaciones en una clínica-hotel donde se podrían dejar alrededor de 30.000 euros por pasar hambre.
Durante un período que puede oscilar entre los siete y 20 días, los tortolitos se someten a una estricta dieta que consiste en la ingesta de tan solo 250 calorías diarias a base de brebajes, apartados del teléfono móvil y del uso de perfumes, por ejemplo. Una práctica a la que el nobel ya estaba acostumbrado y que ha logrado inculcar a la protagonista por excelencia del papel cuché.