Los mejores consejos para proteger la piel de los niños del sol
En el caso de los menores se debe usar una crema específica para ellos y con un factor de protección solar alto
18 junio, 2021 20:35A las puertas del verano, es ahora cuando por fin el sol brilla la mayor parte del día y las temperaturas empiezan a subir. Muchos esperan con ilusión cada año el verano. Es el momento de irse de vacaciones y de disfrutar de los mejores chapuzones en la piscina o al borde del mar. Eso sí, con total seguridad ya que el sol debe tomarse de manera responsable.
Unos rayos de sol que pese a que traen buenas noticias para la salud y el estado de ánimo, también pueden ser perjudiciales si se toma en exceso, sin control alguno y sin la debida protección solar. Un peligro que especialmente debe evitarse en el caso de los colectivos de población más vulnerables, como es el caso de los menores. Por ello, no viene del todo mal tener en cuenta una serie de consejos para proteger la piel de los niños ante el sol.
Cara y cruz
Como todo, el sol tiene su parte positiva y su parte no tan buena. Así, en el primer caso el astro rey ayuda a producir vitamina D en la piel, algo esencial por ejemplo para los huesos, al tiempo que mejora el aspecto de la dermis en aquellas personas con afecciones del tipo acné o psoriasis. De la misma manera, esos rayos solares (en su justa medida) son buenos aliados para estimular las defensas, regular el metabolismo y mejorar la calidad del sueño. Por si fuera poco, hace que aumente la serotonina, la hormona de la felicidad, por lo que mejora el buen humor.
Lo mismo que se habla de sus bondades, tampoco hay que dejar pasar por alto lo relativo a lo pernicioso del sol cuando se toma en exceso y sin la protección que merece. Así pues, entre los riesgos está el provocar un envejecimiento prematuro de la piel, daños oculares y hasta cáncer de piel. Para evitarlo, sentido común y tomar el sol lo necesario sin pasarse. Una recomendación más obligatoria si cabe en el caso de los menores.
¿Qué pasa con los bebés?
La recomendación es que los niños menores de un año no deben estar expuestos directamente al sol ni aplicar sobre ellos cremas como las que pueda usar un adulto. En este caso, lo mejor es esperar hasta última hora de la tarde si se quiere dar un paseo por la playa y usar siempre productos con una protección especial en el caso de los bebés. Y es que la capacidad de respuesta de su piel todavía no es muy firme hasta los 3 años.
Además de esperar hasta que caiga el sol al final del día, nada de llevar a un niño (por mucho que tenga más edad) a la playa o la piscina en las horas centrales del día; entre las 12 de la mañana y las 16 horas de la tarde. Un consejo que también se hace extensible en el caso de los adultos. A estas horas lo mejor es estar bajo la sombra o en un sitio fresco.
Protección especial
Una recomendación que parece que por mucho que se repita puede que no cale demasiado. A un niño, sobre todo si es muy pequeño, no se le debe poner una crema solar que usen sus padres. Lo más aconsejable es elegir una (mejor no escatimar en esto) que tenga una protección solar con un SPF de 50. Se aplica como una media hora antes de la exposición y nunca sobre la piel mojada.
Una vez al sol (tanto si se está en la playa como al aire libre en mitad del campo) es importante renovar esa protección y aplicar de nuevo esa crema cada dos horas, especialmente si el niño se ha metido al agua (incluso aunque en el envase se indique que es resistente a la misma) o si ha sudado demasiado. En esto como en el precio de una buena crema de protección, nada de ser rácanos con la cantidad y aplicar bien por todo el cuerpo (orejas o pies incluidos que son a veces partes del cuerpo que se olvidan).
Ropa y complementos
Junto a las recomendaciones anteriores, otro de los consejos pasa por proteger el cuerpo del niño con la ropa adecuada, sombrero y gafas de sol. A a hora de elegir esas prendas lo mejor es que sean de tonos claros y tejidos livianos. Y si se trata de una protección ocular, las gafas deben estar homologadas, de calidad y con una protección 100% frente a los rayos UV.
Y un último aspecto que, en ocasiones se puede pasar por alto, mantener a los niños siempre hidratados. Esto no quiere decir que solo beban agua cuando tengan sed, sino que se les ofrezcan todo tipo de alimentos con alto contenido en agua y nutrientes para refrescar su cuerpo. Es el caso de la sandía, el melón, la lechuga, el tomate o el melocotón, por ejemplo.