Los buffet de comida no han pasado de moda. Los restaurantes asiáticos son los que ahora se ven más, por eso, cuando hay alguno que ofrece comida más variada, e incluso tradicional, es de destacar.
En el corazón de Tarragona, entre calles menos transitadas y frente al Palacio de Congresos, se encuentra un verdadero tesoro culinario que lleva allí casi toda la vida, El Tiberi. Este modesto buffet libre, casi desconocido para muchos, es un santuario de la auténtica cocina catalana, donde los sabores tradicionales se mezclan con el calor del hogar y la hospitalidad de antaño.
Buffet muy catalán
El encanto de El Tiberi reside en su simplicidad y su excelencia culinaria. Aquí, los comensales pueden deleitarse con una amplia variedad de platos típicos de la región, desde los célebres canelones de la abuela hasta las suculentas carnes a la brasa.
El menú es un festín para los sentidos, con delicias como los caracoles, la fideuá, la capipota y la butifarra con judías, acompañados de clásicos como el fuet, el pan tostado con ajo y tomate, y una selección de ensaladas frescas, así como la escudella o el fricandó.
Así es El Tiberi
Ubicado detrás de la calle Unión, El Tiberi se encuentra estratégicamente resguardado del ajetreo urbano, lo que le confiere un ambiente acogedor y familiar. Al adentrarse en el interior, los comensales son recibidos por un comedor dividido en dos espacios, cada uno con su encanto único.
Nada más entrar, uno ya empieza a salivar al ver lo que la espera. La isla central donde están los platos estrellas da la bienvenida a los comensales que se pueden sentar en las mesas que rodean toda esta comida. Estar cerca es fundamental. Tampoco falta la barra, por si hay que esperar.
Tranquilidad y buen comer
Si uno prefiere un ambiente más tranquilo y relajado, alejado del sonido de las sillas y los platos que se sirven el resto de clientes, puede tomar sitio en la planta superior. Allí el ambiente es más distendido.
Pero sin duda, si algo destaca es la comida. A los ya mencionados platos se le suman las manitas de cerdo, la escalivada, la caballa, una rica paella y un tradicional xató. La variedad de postres también es destacable: desde unas peras al vino, al más típico flan casero, no faltan el arroz con leche, el pastel de crema o la crema catalana.
Ubicación idónea
Todo en un ambiente rústico en el que el comensal puede ver la parrilla donde se hacen las ricas carnes que luego van a estar disponibles en la isla central. Y es que la excelente comida va precedida de una buena atención.
Con todas estas características a uno le cuesta entender las razones por las que este buffet no aparece en las guías. Su comida es riquísima, está alejado del bullicio del verano y luego permite rebajar el almuerzo o la cena con un paseo por la vieja Tarraco.