A media hora de Barcelona, hay un espacio ideal para la desconexión. Aunque pueda parecer imposible, la provincia tiene rincones que propician el descanso y lo combinan con una arquitectura de infarto.
Para quién no conozca la zona, estamos hablando de La Garriga, una joya que, durante siglos ha sido un refugio para aquellos que buscan relajación y rejuvenecimiento. Y no es una exageración. Los romanos fueron los primeros en sacar partido a las aguas mineralizadas con la creación de las famosas termas, espacios dedicados a la salud que han llegado hasta día de hoy y que tuvo en este pueblo barcelonés su principal epicentro.
Del Imperio romano al Modernismo
Un paseo por La Garriga es un paseo no sólo por la historia, sino también por el legado y el conocimiento sobre las propiedades termales. A ello, se le suma la modernización de la localidad, que supo también imbuirse del espíritu de la época y acoger un movimiento como el modernismo.
Uno de los ejemplos más claros es un hotel que destaca por sus vidrieras, el lujo y la fusión de las aguas con la arquitectura. Ese espacio, convertido en un tesoro terapéutico es Las Termas, un balneario único que fusiona la elegancia modernista con las propiedades curativas de sus aguas termales.
Historia de Las Termas
Este alojamiento se erigió a finales del siglo XIX. Aprovechando que el municipio ya alojaba seis establecimientos balnearios, un empresario va la oportunidad de hacer negocio. El pistoletazo de salida lo dio Josep Martí en 1876, que tras ver el éxito del Balneario Blancafort, el primero del lugar, quiso tener sus propias termas.
Los Baños Martí rápidamente fueron sinónimo de éxito, tanto que su principal competencia quiso aliarse con ellos a finales del siglo XIX, convirtiéndose en el Adjutori Blancafort. Por aquel entonces tenían 36 habitaciones, pero con el paso del tiempo fueron a más. Lo que más sorprendía al público fueron las vidrieras que la componen, que dejan pasar la luz natural sin que reste privacidad a los espacios.
Reconversión
Estas termas históricas fueron testigos de la transformación de La Garriga a lo largo de los años. Tras superar desafíos históricos, incluida la Guerra Civil, la familia Jubany tomó las riendas del balneario y lo rebautizó como Termas Victoria en 1943. A finales del siglo XXI, recuperó su nombre actual, manteniendo viva la rica tradición termal de La Garriga.
Pero este hotel-balnerario no solo es un vestigio histórico, sino un santuario contemporáneo del bienestar. Sus aguas termales mineromedicinales, reconocidas por sus propiedades curativas, ofrecen un escape perfecto de las tensiones diarias. Desde terapias que activan la circulación hasta aquellas que disminuyen el dolor y proporcionan un efecto sedante, Las Termas se erige como un faro de salud y tranquilidad.
Servicios y precios
Entre su amplia gama de servicios están las saunas, los jacuzzis, los espacios de relajación y la zona de masajes. Todos ellos diseñados para proporcionar una experiencia rejuvenecedora en un espacio que respeta la historia y la arquitectura modernista. Y todo a un precio de lujo.
Las Termas quieren hacer accesible sus servicios a todos los públicos y tienen ofertas que las hacen irresistible, por menos de 30 euros, uno puede hacer uso de sus aguas mineromedicinales en un circuito que favorece la activación de la circulación, disminuye el dolor y ofrece un efecto sedante.
Cómo llegar
El equipo de profesionales cualificados ofrece una variedad de masajes terapéuticos adaptados a las necesidades individuales de los visitantes, brindando una experiencia completa de bienestar. Esto, sumado al Restaurante Les Termes, que complementa la experiencia con su apetitosa comida, lo hacen ideal para una escapada.
Llegar no es tan difícil. Desde Barcelona son menos de 40 minutos por la C-17. Desde Girona poco más de una hora por la AP-7, misma carretera que han de tomar los que vienen de Tarragona, que tienen media hora más de trayecto. Por último, son dos horas por la A-2 desde Lleida.