Cataluña está lleno de lugares recónditos. Tantos que es imposible que los catalanes los conozcan todos. Por eso, no está de más hablar de algunos de ellos, sobre todo cuando son tan mágicos que aseguran un viaje en el tiempo al que se acerca.
En las profundidades de una pequeña montaña en Calafell (Tarragona) se esconde la Cova Foradada, es decir, una cueva perforada, valga la redundancia. El nombre lo recibe porque, a simple vista, no es más que un simple agujero en la roca. Adentrarse allí es otra historia.
Juego de niños
Este particular agujero es todo un tesoro arqueológico que ha emergido como un portal en el tiempo, que promete viajar a la prehistoria. Un viaje del que se debe dar las gracias a unos niños.
Este lugar ha permanecido allí durante decenas de miles de años. Nadie le prestó nunca mucha atención, hasta el punto que varios excursionistas pasaban por allí, echaban un vistazo y se iban. De hecho, hasta infantes la utilizaban para juzgar y esconder. Y en medio de un juego, unos niños descubrieron de forma casual dos cráneos humanos. Era 1997. Los restos óseos, mucho más viejos.
Restos con mucho significado
Informados a las autoridades correspondientes, desde esa fecha tan especial no se han dejado de hacer excavaciones y trabajos de arqueología que han hecho descubrir un mundo muy especial. El último hallazgo fue en 2019, cuando se dio con un excepcional collar de garras de águila imperial.
Aunque estos restos son de hace más 40.000 años, proporcionaron valiosa información sobre la transición del paleolítico medio-superior en la región. En palabras que uno puede entender, significa que se ha descubierto que las muestras recogidas permiten conocer cómo fue, en primer lugar, la evolución del homínido neandertal al homo sapiens.
Restos peculiares, variados y relevantes
Los conjuntos de restos humanos recuperados revelan tratamientos funerarios distintos, desde inhumaciones colectivas hasta restos quemados, proporcionando una visión detallada de las prácticas funerarias en diferentes periodos, del Neolítico a la Edad del Bronce.
Acompañando a los restos humanos, se descubrieron diversos elementos de ajuar, como puntas de saeta, fragmentos de lámina, un hacha pulida y numerosos collares de esteatita. Estos hallazgos, junto con la presencia de restos de animales como linces, leones, osos y aves rapaces, ilustran la riqueza de la vida tanto humana como animal que ha transitado por la cueva durante miles de años.
Un mundo mágico
Con estos descubrimientos de objetos y huesos quemados se ha revelado que, bajo su estructura de piedra calcárea, la Cova Foradada ha sido testigo de rituales funerarios neolíticos.
Los niveles antiguos de la cueva, datados entre 41.000 y 38.000 años, revelan su uso por carnívoros como refugio y lugar de cría. Además, evidencian la presencia humana durante las partidas de caza, proporcionando herramientas de sílex que indican la penetración de las industrias de transición de ese periodo en la Península.
Cómo llegar
Llegar hasta allí es relativamente fácil. Se toma la C-32 hasta la salida de Calafell y tomar el desvío por la carretera de Bellvei hasta el aparcamiento de tierra que hay para acceder a la Cantera Escarnosa. Desde allí se inicia la ruta, de fácil acceso hasta la famosa cueva. Sólo hay que seguir las pinturas verdes.
La cueva, con sus dos accesos, uno fácil y otro más pequeño, ofrece una experiencia única, permitiendo a los visitantes entrar, por un lado, y salir por otro. Pero sobre todo supone un viaje en el tiempo a un lugar convertido en una bisagra entre el norte y sur peninsular, un hilo conductor que puede revelar nuevos territorios y arrojar luz sobre el destino de los neandertales en la Península.