Los castillos son fortificaciones majestuosas que se sitúan en puntos estratégicos de las ciudades o de los pueblos y que adornan con su belleza algunos municipios. Sin embargo; no siempre estas fortalezas están bien conservadas o no son tan bonitas, ya que muchas están en ruinas.
Buscando castillos, hemos encontrado uno que se sitúa en la localidad costera de Roses, a 60 metros sobre el nivel del mar, es el Castillo de la Trinidad, que corona la punta de la Poncella y que cierra la bahía interior del golfo.
Este castillo es curioso por su diseño irregular: en forma de estrella y con cinco puntas desiguales. Fue estratégicamente planificado para albergar una tropa de alrededor de 350 soldados. Cuenta con muros robustos, un espesor de cinco metros, un parapeto con dos metros de grosor y una altura de 18 a 20 metros. En su interior, presenta bóvedas a prueba de bombas construidas, especialmente, para los alojamientos del alto mando militar.
El castillo fue dividido en tres niveles de plataformas, abiertos hacia el mar, que servían como emplazamientos para cañones. Este sistema de defensa multicapa fue un testimonio de la importancia estratégica del Castillo de la Trinidad en la protección de la costa contra las amenazas.
Un baluarte muy preciado
El topónimo proviene de una ermita construida en el año 1508, que fue destruida, junto con una torre de defensa que se alzaba en la zona, cuando se construyó el castillo. El emperador Carlos I mandó construirlo con anterioridad a la construcción de la Ciudadela de Roses. Las obras se iniciaron el 2 de enero de 1544 y se terminaron a mediados de 1551. El autor del proyecto fue el capitán general de Artillería Luis Pizaño. Desde el año 1988 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Esta fortaleza ha resistido al paso del tiempo, ya que no ha estado exento de desafíos. Fue sometida a una reconstrucción integral, un proceso que lamentablemente erosionó gran parte de su valor histórico y documental. Se empleó, principalmente, hormigón armado; un material que se aparta de la auténtica estética de un castillo renacentista, dándole así una apariencia más parecida a un búnker.