En medio del tumulto de personajes y familias que pueblan la serie Juego de Tronos, resalta un protagonista que tal vez haya pasado inadvertido debido a su desviación del arquetipo habitual de la trama. Entre dragones, guerreros, monarcas y los Caminantes Blancos, emerge Samwell Tarly como una de las figuras más relevantes de este fenómeno global. El compañero inseparable y leal de Jon Snow no se distingue por su destreza en el combate con espada ni por su maestría en el arco, sino por su perspicacia y curiosidad, cualidades que lo llevaron a descubrir el vidriagón, un material letal para los Caminantes Blancos.
Samwell pertenece al linaje Tarly, cuyo hogar ficticio es Colina Cuerno. En la realidad, muchos castillos y fortalezas españolas han servido de escenario para la serie, y el castillo de los Tarly no es la excepción. El majestuoso Castillo de Santa Florentina, una fortaleza medieval del siglo XI ubicada en la ladera norte de Canet de Mar, a poco más de 35 minutos en automóvil desde Barcelona, encarna dicho lugar.
Los encantos del Castillo de Santa Florentina
Un castillo con rasgos modernistas La edificación se erige sobre una antigua villa romana y desde el siglo XI ha funcionado como una masía fortificada para resistir incursiones piratas. En la actualidad, está integrada en su conjunto arquitectónico. Las primeras referencias históricas señalan a Guadimir del Canet como el primer dueño de la fortaleza, y a finales del siglo XVI, los Montaner asumen su control a través de Felip Dimas de Montaner. No obstante, a finales del siglo XIX, Ramón de Montaner i Vila recupera la Casa Forta y encarga a su sobrino Lluís Domènech i Montaner la restauración y ampliación.
Este último personaje destacó como eminente exponente del modernismo catalán y diseñó la apariencia del castillo actual. Incorporó vitrales monumentales, elementos de mármol con mosaicos en el suelo y esculturas que dan vida a espacios sumamente equilibrados y llenos de color, luz, formas y volúmenes.
De esta manera, el proyecto final se concibió como una residencia estival palaciega con toques medievales y románticos fusionados con el espíritu modernista, según detalla el sitio web del castillo mismo. Hoy en día, la fortaleza se mantiene en un excelente estado de conservación. Además de estar abierta al público, sus estancias están disponibles para eventos privados como presentaciones e incluso bodas.
Qué hacer en Canet de Mar
Ya que estás por Canet de Mar, te damos algunas recomendaciones exprés. Por ejemplo, su Ayuntamiento merece una visita. Construido en 1906 como la casa del pueblo, esta estructura es un testimonio de la generosidad de la familia Golart-Palau. La firma arquitectónica de Emili Cabanyes da vida al diseño del edificio. El interior destaca por su sala de Plenos, donde un elaborado artesonado atrae la atención.
Resaltando en el paisaje, el Santuario de la Misericordia, con su estilo neogótico, es una construcción que data de mediados del siglo XIX. Diseñado por Francesc Daniel Molina, el santuario presenta elementos notables como un arco gótico enmarcando la entrada y un rosetón de generosas dimensiones. Aunque el interior ha sufrido modificaciones debido al incendio devastador de 1936, la majestuosidad persiste. Curiosamente, este lugar es un destino popular para bodas, testimoniando numerosas ceremonias nupciales a lo largo del año.
El paseo marítimo, con sus palmeras y árboles que proporcionan sombra y frescor, es un atractivo ineludible durante todo el año en Canet de Mar. El paseo bordea la costa y se conecta con la localidad vecina de Arenys de Mar. Cerca del puente de madera, se encuentra una escultura dedicada a Neptuno, "Neptuno saliendo del Mediterráneo". Más adelante, una zona presenta la vegetación autóctona del litoral catalán. Además, en el paseo se dispone de un circuito de ejercicios físicos con seis aparatos a lo largo de su trayecto.
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