"Un paraje mitológico que está hecho para dioses más que para hombres". Con estas palabras describe Dalí uno de los lugares más increíbles de Cataluña. Una zona protegida en la que todo es posible, en el que la naturaleza juega a hacer arte. La mano del artista sólo la llevó a unos niveles de otro mundo.
Prueba de ello es El gran masturbador, pero también otros elementos, figuras que aparecen en sus obras. Pocos podrían pensar que, además de la mente del pintor, salían de unas rocas que tenía relativamente cerca de su casa. Y no, no era en Cadaqués.
Una zona inspiradora
A pesar de que esta ciudad de la Costa Brava está para siempre ligada a la figura del artista, así como la zona de Portlligat, Dalí también iba más lejos a la hora de inspirarse. Concretamente hasta 4 kilómetros al norte de su casa.
Quien conozca la Costa Brava sabrá que la costa de Cadaqués queda a refugio de grandes oleajes, gracias al accidente geográfico que le sirve de paraguas, el Cap de Creus. Convertido en Parque Natural, esta zona boscosa donde los Pirineos se hunden en el mar, está llena de secretos y Salvador Dalí los conocía bien.
Primer animal
Entre calas y bosques, el mar, el viento y el tiempo han configurado unos paisajes sorprendentes. Las preciosas playas vírgenes son buena prueba de ellos, pero también lo es el Pla de Tudela, una zona cuyas rocas tienen formas increíbles.
La primera que se ve nada más llegar es El camello. Con este nombre uno ya puede deducir la magia de este lugar. Pero lo cierto, es que cuando uno ve esta formación parece ver la forma de este animal completamente sentado.
La ruta de las formas
Más adelante, siguiendo el camino, perfectamente accesible, uno ve asomar de una roca El águila. Realmente, vuelve a ser una piedra calcaría que parece querer salir de la montaña como si fuera esta ave a punto de desplegar sus alas y alzar el vuelo.
Si ya esto resulta fascinante, llegar a la Cala Culleró es confirmar la tesis original. La roca Cavallera luce con luz propia en este rincón del planeta. La forma es prácticamente exacta a la que uno ve en El gran masturbador. Y si al artista le inspiró, verlo después de lo que hizo él con este trozo de piedra, llega a emocionar.
Entorno único
Llegar hasta allí es, relativamente fácil. Pasado el famoso faro del Cap de Creus, uno puede continuar en coche hasta el llamado Paratge de Tudela. Allí hay un párking que sirve de punto de inicio a varias rutas. Las que lleva a la Cala Culleró es la 17. 6 kilómetros de arte natural y otros rincones increíbles.
A pesar de no haberlo destacado, el caminante va a pasar por varios miradores, unas esculturas de hierro que permiten ver como si fuera una ventana y dirigir la mirada a lo que en su día fue el Club Med de Cadaqués, ya extinto gracias a la ley de costas, el Mar de Amunt, la isla de Portaló o la Cala Culip, entre muchas otras. Un camino hacia el Dalí más mágico colmado de gran belleza.