El 10 de junio de 1982 falleció en Portlligat Gala Dalí, musa imprescindible e inseparable del provocador artista figuerense. La muerte de su amada le sumió en un profundo pesar que le acompañó hasta el final de sus días, siete años después, el 23 de enero de 1989. “Solo ella me salvó de la locura, de una muerte temprana”, afirmó el pintor. Esta mujer indómita e inclasificable, a la que conoció durante un verano en Cadaqués siendo aún esposa del poeta francés Paul Éluard, se convirtió no solo en su leal compañera, sino también en una de las principales fuentes de inspiración del inconfundible imaginario onírico, enigmático y perturbador que caracteriza su excepcional obra. Juntos conformaron una de las parejas más mediáticas, exitosas y excéntricas del pasado siglo.
Igualmente, cualquier aproximación a la figura de Dalí nos remite inexorablemente a sus años de juventud. Una época de vivencias compartidas con otros jóvenes artistas, entre los que destacaron Luis Buñuel y Federico García Lorca, durante su paso por la Residencia de Estudiantes de Madrid. Con el cineasta calandino colaboró profesionalmente en Un perro andaluz (1929) y La Edad de Oro (1930), aunque fue con el gran poeta granadino con el que mantuvo una relación mucho más compleja.
Sin embargo, para descifrar el enigma del genio catalán, hay que remontarse a su infancia, a la intimidad del entorno familiar, es ahí donde subyace la asombrosa personalidad de un genio irrepetible.
Dos muertes y la pesada carga de heredar un nombre
Dalí vino al mundo el 11 de mayo de 1904 en la localidad gerundense de Figueres. La relación con su progenitor, Salvador Dalí i Cusí, un notario estricto y autoritario, fue siempre conflictiva, no así con su madre, Felipa Domènech i Ferrés, a la que idolatraba. Cuando esta falleció, en 1921, sufrió “el golpe más fuerte” que recibió en su vida: “La adoraba. No podía resignarme a la pérdida del ser con quien contaba para hacer invisibles las inevitables manchas de mi alma”, declaró algunos años después.
Pero hubo un episodio anterior que le dejó una huella imborrable. Dalí recibió el nombre de su hermano mayor, Salvador Galo Anselmo, que había muerto unos pocos meses antes de su nacimiento. Aquello le traumatizó tanto que llegó a pensar que era su reencarnación. Una creencia reforzada por sus propios padres, que canalizaron en él todas sus expectativas. “Nos parecíamos como dos gotas de agua, pero dábamos reflejos diferentes… Mi hermano era probablemente una primera visión de mí mismo, pero según una concepción demasiado absoluta”, escribió en su autobiografía, titulada Vida secreta de Salvador Dalí.
El pintor tuvo también una hermana, Anna María. Ella fue su musa, modelo, fiel confidente y eficaz ayudante hasta que apareció Gala. La irrupción de la artista rusa en sus vidas provocó primero su distanciamiento y finalmente la ruptura de la relación.
Figueres homenajea a su ciudadano más ilustre
En la casa natal de Salvador Dalí en Figueres, un edificio modernista de 1898 situado en el número 6 de la calle Monturiol, acontecieron muchas vivencias y algunos de los sucesos más dolorosos que marcaron toda su vida.
En el acto de presentación a los medios, Mariona Seguranyes, regidora de Cultura, Patrimonio y Turismo Cultural, señaló que “la apertura de la casa natal es un homenaje de Figueres a Dalí y al mismo tiempo un reconocimiento por el legado que el artista dejó a la ciudad con el Teatro Museo-Dalí”.
Un proyecto de largo recorrido
Aunque será el próximo 20 de octubre cuando el nuevo museo abra sus puertas, el proyecto comenzó a gestarse mucho antes, concretamente en 1995, cuando el ayuntamiento presidido por Marià Lorca adquirió la tienda Tamaris (antigua notaría del padre). Seis años más tarde, en 2001, con Joan Armangué al frente del consistorio, se compró el resto del edificio. Casi tres décadas después, y tras las sucesivas obras llevadas a cabo para la ejecución del proyecto museístico, el público descubrirá la vertiente más personal del artista y entenderá cómo los lazos familiares contribuyeron a forjar su personalidad.
A lo largo de las diferentes plantas, la exposición explora su faceta más íntima: la relación con su familia, con el vecindario, con sus amigos o con su amada Gala, pero también ahondará en su vida pública y mediática a través de las numerosas performances; su trabajo junto a Walt Disney para el corto de animación titulado Destino o su colaboración con Alfred Hitchcock en la película Spellbound.
En definitiva, un nuevo espacio del triángulo daliniano donde entender un poco más la idiosincrasia del artista que llegó a proclamar que el surrealismo era él.