Se habla mucho de la España vaciada y sus encantos. Estos rincones suelen estar repartidos por la Península, entre mesetas y montañas. Allí, en el Pirineo catalán, se esconde uno de 19 habitantes que cuenta, además, con un castillo.

A pesar de que puedan parecer pocos vecinos, estos datos del INE del 2022 demuestran que esta localidad experimentó un ligero incremento. De 2018 a 2020 apenas había censado 14 residentes, la mayoría de ellas, en segundas residencias.

Sin abandonar 

¿Es un pueblo fantasma? Nada que ver. Querforadat, el pueblo del que hablamos, no está abandonado. Siempre fue pequeño. Apenas hay 20 casas en todo el término municipal. Muchas de ellas, además, conservan el nombre de las familias que la habitan o habitaron.

Un paseo por este rincón pirenaico permite ver las casas de cal Dominguet, Cal Vives, Cal Conrad, cal Garreta, cal Ferrer, cal Coix y cal Climent, entre otras. Y un poco más apartado, a 1.414 metros de altura se encuentra el castillo que los protege. Una imagen de postal.

Historia 

Aunque pueda resultar misterioso, la explicación del porqué del tamaño del pueblo y ese castillo tiene su historia. Desde esa altura, cuentan, los templarios podían ver quién se acercaba por las montañas y el valle del Cadí, dónde se encuentra situado. Así, podían avanzarse a cualquier ataque sobre el pueblo cátaro.

Sobre el castillo, se sabe que pertenecía a los condes de Cerdanya y más tarde a los Pinós. El lugar fue importante para la familia, hasta el punto de que en 1620, el primer conde de Guimerà, Gaspar Galceran de Castre-Pinós de So i Aragó, se tituló vizconde de Querforadat.

Qué ver 

Más allá de la historia, si por algo destaca Querforadat (cuyo significado es roca agujereada) es por su pequeño tamaño y por sus casas de piedra dispuestas de sur a norte y sus tejados rojizos que contrastan con el verdor de su entorno.

Entre sus calles también se alza el campanario de la Iglesia de Sant Genís, un vestigio que habla del pasado cátaro del pueblo. En su fachada se ve una cruz templaria que da fe de su paso por estas tierras. Sobre esa iglesia, se construyó la actual, fechada en 1716.

El entorno 

Más allá de la visita que merece este pueblo, no se puede dejar de lado la belleza natural de la sierra del Cadí que le rodea. Diversos pasos de montaña llegan a la Borda de Cal Pubill a través de pastos donde los animales campan a sus anchas.

Desde allí puede observarse también algunas de las cimas más importantes del Pirineo de Lleida, como el Pedraforca o la Torreta del Cadí. Depende la temporada del año en que se vaya, se pueden ver nevados y ofrecer una imagen para el recuerdo del visitante.

Cómo llegar

Subir hasta Querforadat no es del todo fácil. La ciudad más grande que tiene cerca es La Seu d'Urgell. De allí se toma la N-260 en dirección al túnel del Cadí y antes de llegar a Martinet, la cosa se complica.

Uno debe desviarse hacia la LV-4055. A los pocos kilómetros hay un desvío a la derecha para ir al Parc dels Búnquers. A pesar de las curvas, tras pasar una docena de kilómetros se llega a destino. Si se viene de Barcelona, lo recomendable es tomar la C-16 hasta que acabe la carretera y se va en busca de la N-260 hasta pasar Martinet. Y allí empiezan las curvas anteriores. Pero el lugar vale la pena.

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