Criticar está feo. Determinar cuál es el pueblo con menos encanto de Cataluña está muy difícil. Todos tienen algo, algunos esconden joyas naturales, otros, anécdotas históricas que los hacen especiales.
Es obvio que no todo pueblo catalán tiene un origen medieval, una arquitectura modernista o ha sido testigo de una batalla histórica. ¿Eso los hace feos? Como siempre pasa, el tema radica en el partido que le saques a aquello que tienes. Estos municipios lo han sabido hacer.
El Perelló
Es uno de los municipios más pobres de Cataluña, sí. No se encuentra en la desembocadura del Ebro a pesar de estar cerca del Delta, no tiene una iglesia impresionante. Es la tranquilidad que ofrece al visitante una de las perlas escondidas de El Perelló. Esto y su autenticidad.
Sus calles estrechas y casas de pueblo bien conservadas transportan a un pasado lleno de historia. Pero es en sus afueras en los que uno descubre algo pocas veces visto. El Abrigo de Cabra Feixet, es un rincón de la montaña que conserva muestras del arte más singular de la Prehistoria europea: arte figurativo de hace más de 10.000 años. Una joya como pocas.
Vallbona de les Monges
Oculto en medio de la comarca del Urgell, este pueblo parece congelado en el tiempo. Sus alrededores no son del todo encantadores, el cultivo de secano predomina, especialmente olivos y almendros, claro que cuando estos últimos están en flor hacen muy bucólico este paisaje.
Es cierto que no destaca por la arquitectura de sus casas, puede ser. Pero en medio del municipio se erige un monasterio cisterciense increíble. Es uno de los mejor conservados de Cataluña y ofrece una visión fascinante de la vida monástica medieval.
L’Hospitalet de Llobregat
Que no se ofenda la ciudad con más densidad de población de Cataluña y la segunda más importante a nivel de habitantes. Si bien no es un pueblo, si es una de las regiones catalanas que se considera con menos encantos. Zonas como La Florida han adquirido mala fama, mientras que la rehabilitada Gran Vía se ha convertido en la zona ideal para los hoteles de lujo.
Pero que los grandes edificios no tapen las joyas que esconde esta localidad. Su casco antiguo recuperado desde hace años esconde una docena de edificios de los siglos XVI y XVII (tres de ellos declarados Bien Cultural de Interés Nacional), la Casa Harmonia o la fábrica Godó i Trias con su estilo modernista merecen una visita.
Salt
Otra ciudad dormitorio, esta vez de la provincia de Girona, aparece en este curioso listado. Su teatro es sede del Temporada Alta, pero ante un entorno con tanto encanto, Salt no tiene una arquitectura histórica notable, su desarrollo se ha enfocado a la funcionalidad y eso no acaba de convencer a todos.
Pero también guarda sus joyas. El Museu de l’Aigua es uno de ellos. Si su temática puede resultar poco atractiva a primera vista, pasearse por la antigua fábrica textil Coma Cros en la que está situada es toda una experiencia.