¿Se imaginan un tren histórico con el que recorrer una parte de Cataluña y que cuesto lo mismo que un viaje de metro? Pues no lo imaginen, eso es una realidad.
Los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) han recuperado desde el 24 de septiembre uno de los trenes más recordados de su historia, el bautizado como Tren granota.
Historia del tren y cómo es
Este convoy pertenece a la serie 400 de los fabricados en los años 60 por Ferrocarril de Sarrià en Barcelona (FSB). Se trata de un modelo que empezó a circular después de la Guerra Civil, en 1944, y que unía el barrio de Sarrià de Barcelona con Terrassa y Sabadell, entre otros municipios.
El tren causó sensación. Renovaba los anteriores modelos de la empresa que controlaba la línea desde su creación en 1863 y supuso toda una revolución. Sus acabados de madera, sus asientos de terciopelo verde y su chasis pintado de blanco y verde, hacían el resto. Eso y unos enormes faros en el vagón de cabecera hicieron el resto. El público lo bautizó como tren granota porque le recordaba a una rana.
Primer adiós
A pesar de su modernidad, con el paso de los años este tipo de vagones empezó a quedar desfasado. La integración en las líneas de los FGC, los convoyes articulados y con características adaptadas a los nuevos tiempos hicieron de la línea 400 una reliquia. El 20 de junio de 1996 circulaba el último tren granota. El modelo 112 se impuso.
La compañía se empezó a deshacer de la línea 400. 27 vehículos fueron vendidos a los ferrocarriles de Cuba, otros fueron reformados y, finalmente, tres de ellos, quedaron para conservación. La historia debe ser recordada.
Cuándo subir al 'tren granota'
Con el paso de los años, la moda del vintage y la voluntad de recuperar la memoria de las “personas trabajadoras que con sus manos diseñaron y construyeron en plena posguerra un nuevo tipo de vehículo, de aspecto y tecnología moderna en el histórico taller de Sarrià”, señalan desde la empresa, la línea 400 se ha recuperado. El tren granota vuelve a circular y hace los mismos circuitos que entonces.
Dos domingos al mes, los viajeros de la línea del Vallés pueden subirse a este vehículo histórico, cruzar la montaña de Collserola y viajar en el tiempo sentado en uno de los vagones de la línea 400. La sorpresa de los usuarios que desconocen esta propuesta al ver llegar al tren granota sólo es superada por las sensaciones que le producen sentarse en su interior. Y todo, por el mismo precio que pagan siempre para hacer el mismo trayecto. Un viaje hacia su lugar de destino, pasando por los años 60.