Llega la temporada de setas, una práctica muy extendida en Cataluña. Los catalanes tienen tal tradición que durante varios años, uno de los programas más vistos de TV3 fue Caçador de bolets, donde se veía a varias personas contar sus trucos a la hora de realizar esta práctica.
La afición es tal y la cantidad para generarse tan escasa, y más con tanta sequía, son muchos que han vuelto a lanzar la idea de obtener un carnet para ir a buscar. Una idea que ya se aplica con la nueva ley de protección animal a la hora de tener una mascota y que la Generalitat ya ha testado.
Zona de pruebas
Hace casi una década, en 2015, el Govern delimitó ciertas áreas montañosas de Cataluña a las que sólo podía ir a buscar setas si se estaba en posesión de un carnet de cazador. Esas zonas fueron el macizo del Orri, Setcases, Los Puertos de Tortosa, y el Montsià.
Estas zonas eran consideradas bosques sobreexplotados y donde los amantes de la micología se acercaban durante todo el otoño para hacerse con varios ejemplares. Por eso, para adentrarse en estas montañas se debía tener un carnet por el que se pagaba entre cinco y 30 euros en función de si uno era un profesional o no. Eso hacía que pudieras recolectar hasta 35 kg o máximo seis si eras aficionado.
Aplicación del carnet
El proyecto se llevó a cabo, pero, llegada la temporada de setas, nunca llegó a puerto. El malestar generado fue tal que el Govern se echó atrás con su propuesta. En cambio, si valió para otras regiones de España.
Castilla y León lleva desde el 2017 con la aplicación del carnet micológico. Los precios oscilan por zonas, por uso y categoría, de los 5 euros al día si se es aficionado a los 150 por temporada que puede llegar a pagar un comercial. Mientras, Cataluña, que fue el banco de pruebas, sigue exenta. El tema es dónde encontrarlos.
Dónde ir
No es muy común que los amantes de los bolets digan dónde suelen ir. Lo más normal es que hablen de un área en general, una comarca determinada y, como mucho, lancen el nombre de una montaña, nunca un lugar concreto.
Para aquellos que quieran saber dónde ir, he aquí algunas zonas.
Lleida
Es una de las zonas más comunes en los que buscar setas. La provincia tiene los Pirineos al lado y, antes de que llegue la temporada de esquí, los aficionados a la micología hacen un repaso a sus montañas. Hablamos de lugares como:
- Vall de Llord
- Sierras de Odèn
- Port del Cantó
- Sierra de Busa
- Coll de Jou
Girona
Por mucho que el camí de Ronda sea montañoso, allí la tierra es demasiado seca y el mar está demasiado cerca para dar setas. Lo mejor es adentrarse hacia el interior y subir a las montañas. Especialmente las prepirinaicas. Se trata de zonas como estas.
- Salteguet
- Sierra Cavallera
- Bosque de Meranges
- Bac de Setcases
- Sierra de Boumort
Barcelona
Muchos desconfían de que en una provincia tan poblada como la de la capital catalana se puedan dar setas, pero casi cada año hay alguien que se adentra a Collserola y descubre más de una seta. Más allá de las montañas de la ciudad, uno puede ir aquí.
- Macizo del Garraf
- Borredà
- Santa Maria d’Oló
- Bosques de Brocà
- Tossal de la Guàrdia
Tarragona
Por último, una de las zonas más olvidadas por algunos a la hora de ir a buscar setas y, tal vez por ello, una de las mejores para adentrarse en una naturaleza menos explotada. Ideal para los expertos que quieran descubrir nuevas zonas.
- Musara
- Sierra de Llaberia
- Poblet
- Sierra de Ancosa
- Vall de Gaià
Naturaleza idónea
Estos son sólo algunas de las zonas menos explotadas. Aunque seguro que alguien les dice que están muy vistas. Los expertos, insistimos, nunca van a decir cuál es la mejor zona para encontrar bolets. Lo que sí hacen es disfrutarlos.
La tradición catalana de buscar setas es una experiencia única que combina la pasión por la naturaleza con la gastronomía local. Cataluña ofrece una amplia variedad de paisajes y ecosistemas para explorar en busca de estas deliciosas joyas naturales y este breve listado es sólo un ejemplo.
Gastronomía
Además de ser una actividad que fomenta la conexión con la naturaleza, la búsqueda de setas es una tradición que se pasa de generación en generación y que casa perfectamente con la gastronomía catalana.
En Cataluña, las setas se utilizan en una gran variedad de platos tradicionales, como la famosa cassola de tros o el arroz de montaña. Los expertos en micología se enorgullecen de su conocimiento sobre las diferentes especies de setas y sus propiedades culinarias.