En el corazón de la provincia de Girona se encuentra uno de los más icónicos pueblos medievales de Cataluña: la encantadora villa de Besalú. Este rincón se erige como un destino ideal para una escapada que nos traslade a la historia. Solo permitirte deambular sin rumbo por sus angostas calles, y dejarte maravillar por las construcciones y monumentos con los que te vayas topando en esta ruta improvisada, se convierte en una experiencia mágica en todos los sentidos.
Besalú: presentación y cómo llegar
Besalú, al este de la comarca de la Garrotxa, antaño desempeñó un papel estratégico al servir como una suerte de cruce de caminos. Además, está en proximidad del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. En tiempos ibéricos, tuvo un rol trascendental como asentamiento, y en la época romana floreció como un núcleo urbano próspero. Durante la Edad Media, gozó de un esplendor al convertirse en un condado independiente, posicionándose como uno de los más relevantes en Cataluña.
El trayecto desde la ciudad de Girona hasta Besalú dura unos 40 minutos por la C-66. Desde Barcelona, el recorrido es algo más largo por motivos obvios: aproximadamente una hora y media por la AP-7.
Las medievales calles de Besalú
Al deambular por las calles de esta villa, nos adentramos de lleno en la era medieval, gracias a sus calles empedradas, edificaciones históricas... Entre sus construcciones más destacadas, tenemos la Cùria Real (de los siglos XIII y XIV), usada para la administración de justicia, y la residencia de los Cornellà, que nos brinda un vistazo a la estructura de una mansión noble del siglo XII.
También recomendamos visitar otros lugares de Besalñu como la capilla de Santa Maria del Castell, además de la iglesia del Monasterio de Sant Pere y la Iglesia de Sant Vicenç, con registros que datan desde el año 977. Adicionalmente, en la antigua judería se encuentra un Miqvé, algo muy difícil de hallar en Cataluña en general. A modo de referencia, los Migvé son baños utilizados en el pasado para rituales hebreos de purificación mediante el agua.
Y nos hemos dejado el plato principal de Besalú para el final: su impresionante puente románico del siglo XII. Este atraviesa el cauce del río Fluvià y se compone de siete arcos de ángulos pronunciados y pilares enraizados en las piedras del río. En total, abarca 105 metros de longitud y alrededor de 30 metros de altura. En la lejana Edad Media, había que pagar por cruzarlo. Por suerte, en la actualidad, ¡eso ya no es necesario!