Sabemos que cuando pensamos en planes de verano, lo primero que viene a la mente es la playa. Pero existe otra opción que también incluye chapuzones y que muchos infravaloran: la montaña. Se trata de una opción que permite tanto huir del calor infernal de este verano como de la muchedumbre. Y no es necesario irse demasiado lejos. En Girona, la provincia de la Costa Brava, encontramos muchos rincones de ensueño donde puedes rodearte de naturaleza y, ya que estamos, disfrutar de un buen baño.
Un claro ejemplo de ello es el Salt de Martís. Se trata de una hermosa cascada intermitente cuya belleza es espectacular tanto en invierno como en verano. Aunque su máximo esplendor se acanza durante las estaciones más frías e húmedas (las lluvias llenan de verde el lugar), la sequía de este año permite ver las curiosas rocas que se han formado con el paso del agua durante siglos. El visitante incluso se puede topar con algún que otro fósil y acercarse a las cuevas que se han creado por la erosión.
Caminos con escaleras
La forma más sencilla para disfrutar de este y otros saltos más modestos que el visitante se encuentran en la misma zona son los caminos perfectamente señalizados. Se puede llegar desde varios puntos, lo único importante que se debe tener en cuenta es que hay tramos de escaleras no demasiado aptas para las personas con movilidad reducida.
En cuanto al camino, pasa por dos miradores donde se puede tomar la foto perfecta. El postureo no está reñido con la naturaleza, aunque lo importante sea disfrutarla sin filtros.
Que no se asuste el explorador cuando se acerque a las cascadas. Primero se topará con el salto pequeño, conocido como la cascada de Martís o de Espolla. Allí se recomienda disfrutar de una pausa y seguir hasta el Gros d'Espolla. Además del salto, hay un pequeño estanque perfecto para remojarse los pies. El agua cae con un desnivel de 80 metros.
Cómo llegar a Salts de Martís
La ruta para llegar hasta allí es hermosa. Como bien se deduce, sólo se puede hacer a pie. Los coches no llegan a estos rincones y con bicicleta es difícil porque hay lugares con escaleras.
Lo más fácil es ir en dirección al Estany d’Espolla, aunque Google puede que te lo traduzca como playa d’Espolla. No se asusten los visitantes. No hay playa. Lo más cercano es una zona de polígonos del municipio de Fontcoberta, donde se puede aparcar el coche con relativa facilidad. A partir de allí, arranca la ruta a pie.
Paseo a pie
Si no ve de dónde llega el agua del llena estanque también es normal. Y es que no existe ningún río o riachuelo que lo nutra, los recursos hídricos que lo nutren llegan del subsuelo. Son las mismas reservas que facilitan el famoso salto.
El camino que llega hasta el final de lago va en dirección al pueblo de Esponellà. Inicialmente, la ruta con coche vehículo se da por una larga recta que termina en una curva.
El camino del puente
El camino es sencillo, pero las arboledas de la zona a veces son frondosas y tocan la cabeza de los más altos. Si eso ocurre, están en el camino correcto. También se cruza un puente y se va directo al río Fluvià. Todo recto se encuentran las cascadas, el destino.
Si alguien quiere un poco más de aventura, cerca del lago se encuentran las ruinas del castillo d’Espolla, un edificio erigido en 1381. Es recomendable seguir con la excursión y adentrarse de lleno en uno de los lugares más especiales de la comarca de Pla de l'Estany (Girona).