No es fácil dar de comer a los pequeños de la casa. Ni siquiera hace falta ser padre para saberlo. Hermanos, sobrinos, tíos y abuelos se han enfrentado en algún momento a ese momento en que el crío o la cría se niega a comer.
Ante esta situación es importante estar preparado y tener listas algunas frases que puedan ayudar a que los pequeños ingieran los alimentos preparados. Claro que si se pierde la paciencia, cosa que puede producirse, se dicen cosas que no siempre son las más correctas.
Diez frases prohibidas
A continuación, se exponen un listado de esas diez frases, que todos hemos escuchado en algún momento y que, por mucho que en algún momento funcionen, son bastante críticas.
Los expertos apuntan que en estas fases formativas es importante que los niños establezcan una relación positiva con la comida, así que mejor evitar nada como lo siguiente.
Listado a evitar
- “Tantos niños pasan hambre y tú te dejas tanta comida en el plato”. Un clásico, pero pese a todo ineficaz. Como bien recuerda los psicólogos, si un niño no mira muchas veces por el bienestar de sus padres, menos lo va a hacer por el resto de niños. Y además, le podemos hacer sentir mal por sus decisiones.
- “Abre la boca que viene el avión”. Es la que parece más dulce e inofensiva, pero tiene sus consecuencias. El pequeño puede entender que se valida estar distraído a la hora de la comida y puede generar el hábito de que siempre se le distraiga.
- “Si no comes no vas a crecer”. Un intento fallido de jugar con la culpa. Se puede explicar lo mismo sin llegar a esos extremos, explicándole tan sólo los beneficios que aporta comer bien para comer.
- “Mira qué bien come tu hermano”. Cambien si quieren el parentesco por el primo o el familiar que sea. Las comparaciones son odiosas y entre hermanos no son nada sanas.
- “Comes como un bebé”. La denigración, la humillación supone una cara emocional muy dañina.
- “Come si no quieres que te castigue”. Una amenaza nunca es buena. Lanzar frases de este tipo o la de quedarse sin tele, jugar o lo que sea sólo hace que el menor asocie el momento de la comida como algo negativa.
- “Mamá se pondrá triste si no te comes lo que te ha preparado”. Una vez más puede cambiarse la madre por el padre o los abuelos. Un chantaje emocional en toda regla. Se le hace responsable al pequeño de la salud emocional de una tercera persona. Innecesario.
- “Si te lo comes todo, después puedes comer helado”. O chocolate, o chucherías… Eso puede llevar al chico a relacionar que hay comida buena o mala en función de si viene con recompensa o castigo.
- “Si no te domes la comida, no hay postre”, ni cine, ni tele, ni parque. Las variables son tan diversas como perniciosas. Lo único que se va a conseguir es, por un lado, la negativa relación del pequeño con la comida, y por el otro, que se enfade más y no coma. Un fracaso se mire por donde se mire.
- “Qué delicad@ eres, pareces tu abuel@”. ¿Por qué comparar? ¿Por qué hacerlo además con descalificativos hacia el chiquillo y sus abuelos? Esta frase no sólo implica una falta de respeto hacia el menor, sino también hacia otro miembro de la familia, que puede complicar además ese vínculo futuro del niño con el familiar.