Detrás de los transportistas en huelga, hay historias personales que merecen la pena ser contadas. Una de ellas es la de Luis Pérez un profesional del sector al que, ni enfermo, dejan jubilarse.
Luis tiene ahora 62 años. En 2009 le diagnosticaron una insuficiencia renal terminal, una enfermedad que le ha provocado que sus dos riñones dejen de funcionar.
Supervivencia
Gracias a la donación de un riñón de la mujer, este camionero puede seguir adelante, no sin dificultades. Toma 21 pastillas diarias y sufre mareos constantes. Y no puede jubilarse.
Uno de los motivos que le ha llevado al paro es la reivindicación para que sus compañeros puedan jubilarse al alcanzar 60 años y no los 65, o ahora ya 67 que plantea el Gobierno.
Problemas de la enfermedad
Pérez relata al diario El mundo que, de madrugada, antes de subirse al camión se lleva su termo, su tupper con comida, una botella de agua y se prepara en su mochila toda la medicación y un medidor de azúcar.
Su vida no es fácil. La insuficiencia renal terminal que le diagnosticaron hacía que sus riñones no trabajaran al ritmo que le demanda su cuerpo para filtrar los líquidos y otros desechos. Pese al trasplante, los cuidados que necesita Luis lo hacen incompatible con su vida profesional. Él sigue al pie del cañón y, ahora, de la huelga.