En los paisajes mediterráneos se puede ver un cultivo que no es reciente, ya que su producción se remonta a tiempos muy antiguos. Es el caso del algarrobo o garrofero, un árbol que forma parte de la familia de las Fabaceae, fabáceas o leguminosas, y cuyo fruto cada vez tiene más presencia hoy en día en las cocinas, tanto por su versatilidad a la hora de crear numerosas recetas como por los innumerables beneficios para la salud asociados a su consumo.
La algarroba que nace de este que empezó a cultivarse en Palestina y Siria y de ahí se ha trasladado por buena parte de los países europeos que rodean el Mediterráneo, así como al norte de África. Hoy en día, Portugal se ha convertido en el principal productor de un fruto procedente de una especie muy resistente tanto al calor como a la sequía y los terrenos áridos. Por tanto, es el árbol perfecto para crecer sin muchos problemas alrededor de estas costas.
La algarroba o garrofa
Estos son los nombres con los que se conoce a este alimento que crece en forma de vainas flexibles y largas y que, a diferencia de la mayoría de las legumbres de su familia, se pueden comer cuando llegan a su punto óptimo de maduración. La que también se puede consumir cruda es su pulpa, que tiene una textura tierna y pegajosa, junto con un sabor entre dulzón y demasiado fuerte para algunos comensales.
Eso sí, en el caso de las semillas, es necesario pasar por un sistema de procesado; de lo contrario es imposible consumirlas debido a su gran dureza. Así, estas pequeñas piezas oscuras y con forma almendrada se suelen moler y emplear en distintos sectores de lo más diversos: desde el farmacéutico hasta el cosmético, pasando por el textil y, como no, el alimentario para dar forma a todo tipo de aditivos culinarios.
Usos en la cocina
Pero la algarroba guarda alguna que otra sorpresa más en lo que a la cocina se refiere gracias a su versatilidad. Es común deshidratar la pulpa de las vainas maduras para posteriormente tostarla y molerla para dar vida a una harina que admite múltiples preparaciones finales para, entre otros platos, preparar productos de panadería, galletas, bizcochos o postres cremosos. También dentro del recetario vegano la algarroba tiene su sitio como sustituto del huevo y los lácteos para preparar, de este modo, unas natillas de lo más alternativas a las clásicas.
El sabor dulce de esta harina elaborada a raíz de su pulpa hace que se pueda consumir directamente disuelta en agua o leche. Es más, en ocasiones, y salvando las distancias, incluso se toma como alternativa del cacao u otros ingredientes principales de bebidas solubles gracias a un aroma que recuerda a una mezcla de regaliz negro, café y cacao amargo. Además de en recetas dulces, la algarroba se puede usar como base para preparar platos salados, ya que acompaña muy bien en caso de guisos hechos de carne y caza.
Propiedades
Más allá de la versatilidad del fruto del algarrobo, no está de más conocer los múltiples beneficios que trae para la salud el consumo del mismo. Considerado por muchos como un superalimento, la algarroba es un ingrediente muy rico en azúcares, por lo que es muy energético, al mismo tiempo que contiene un bajo índice glucémico, por lo que al liberarse poco a poco esa energía se evitan los picos de azúcar en sangre.
Entre sus buenas noticias para la salud también está el hecho de su amplio contenido en fibra, haciendo que resulte un alimento saciante perfecto para no pasarse a la hora de la comida, así como en todo tipo de vitaminas y minerales. Es el caso de las vitaminas de los grupos A y B, así como de minerales como el hierro, el calcio, el magnesio, el zinc o el fósforo. Se cierra su lista de beneficios con su poco aporte en grasas, además de no contener ni gluten ni lactosa en su origen natural.
Un alimento sano
Todos estos beneficios se traducen, según diversas investigaciones llevadas a cabo por organismos dependientes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en buenas noticias para el organismo de aquellos que consumen algarroba de manera habitual gracias a su poder antidiabético, antioxidante y con potencial para disminuir el riesgo de desarrollar algunas enfermedades tumorales.
En cuanto a las principales contraindicaciones de la algarroba, su ingesta no se recomienda para aquellas personas alérgicas a los frutos secos, así como para los pacientes que tengan anemia. De la misma manera y al ser una legumbre, uno de sus efectos secundarios más frecuente tras su consumo son sus flatulencias si se come en grandes cantidades, aunque sin ir más allá de una molestia ocasional.