Barcelona acoge el primer museo dedicado al skate de toda España
El espacio mostrará piezas de coleccionista que su promotor ha comprado desde hace años
23 agosto, 2021 00:00Museos curiosos hay cientos y repartidos por todo el mundo, pero a los amantes de un deporte como es el skate les gustará saber que, sin salir del territorio nacional, cuentan con el primer espacio cultural dedicado a esta modalidad física. Más concretamente, la ciudad de Barcelona acoge el que es el primer y único museo dedicado al monopatín de todo el país.
Todo forma parte de la idea emprendedora del coleccionista y DJ Sören Manzoni, que guarda sus apreciadas piezas atesoradas durante los últimos 25 años y entre las que destacan más de un millar de monopatines. Todo un tesoro en la capital catalana para que aquellos que la desconozcan descubran la cultura skate. Y es que la elección de la ciudad para este museo no es nada casual. Es considerada de forma internacional como la capital del skateboard por su arquitectura y calidad urbanística.
Manzoni's Garage "Pinballs & Wheels”
Este es el título que recibe al visitante que se quiere acercar hasta este museo ideado por un emprendedor que en 1995 empezó a coleccionar todo lo relativo al mundo de las cuatro ruedas. En parte, gracias a su afición a este deporte y a su trabajo como dependiente de una tienda dedicada al surf y al skate.
Más allá de los monopatines, el visitante podrá contemplar pinballs (el típico juego de salón mecánico) de edición limitada, lunchboxes (recipientes herméticos a modo de fiambreras para llevar comida y bebida) y hasta motos analógicas. Todo un tesoro que ha ido acumulando en sus numerosos viajes y recorridos por mercadillos, anticuarios y rastros de ciudades como Nueva York, San Diego o Los Ángeles. Precisamente, es en la ciudad californiana donde se encuentra el mayor museo de skate de todo el mundo.
La estela norteamericana
No es casual, ya que el paso de un medio de transporte a fenómeno popular nació en California en la década de los 50 a raíz del éxito de otro deporte de la zona, el surf. En este caso, se trata del museo de Todd Huber en el skatepark Skatelab y con el que Soren lleva varios años intercambiando piezas.
Originario de la ciudad de San Francisco, Todd Huber cuenta con más de 5.000 monopatines que cuelgan a modo de exhibición de las paredes de este espacio y que le han costado una inversión (para hacerse con todas ellas) de más de 100.000 dólares. Esto ha hecho que la amplia colección que tiene en este santuario para todo skater supere el medio millón de dólares.
El origen del skateboarding
El skateboarding es un deporte que se basa en la propulsión de la persona que lo practica por medio de un skate. Es decir, una tabla de madera (muy rústica en sus inicios) con una serie de ejes, rodamientos y cuatro ruedas (dos a cada lado de este tablero). La gracia de aprender a manejarlo es, con el tiempo, aprender a hacer todo tipo de trucos y maniobras sobre superficies para nada sencillas ni rectas.
Pero hablar del skateboarding y del skate es hacerlo de un nombre propio en la década de los 50, Bill Richards. Este era el propietario de la tienda Val Surf en este condado norteamericano y se fijó en cómo los surfistas, cuando no había olas, seguían practicando sus movimientos en tierra añadiendo ruedas a sus tablas. Con esta idea, Richard empezó a producir skates hasta que en 1959 salió a la venta el primer monopatín Roller Derby RD. Una versión que años más tarde sería perfeccionada por Larry Stevenson para mejorar su manejo en las piruetas.
Subirse a un skate
Si uno ha visitado el museo de Sören Manzoni y se anima a subirse sobre la tabla, no está de más que conozca los pasos básicos para, una vez aprendidos, seguir practicando hasta cogerle el truco. Eso sí, es inevitable que al principio la mayor parte del tiempo se esté casi más en el suelo (no son raras las caídas) que sobre la misma tabla. Para no lesionarse cuando se es principiante, se debe practicar con prudencia y llevar un equipo de protección especial en forma de casco, rodilleras, coderas y muñequeras.
Al comienzo hay que buscar, como es lógico, superficies y espacios amplios y llanos; así como zonas donde no haya tráfico ni demasiados peatones. Con el tiempo, ya se podrán hacer todo tipo de piruetas y trucos sin problema. Como principiante, lo importante es perder el miedo y, sobre todo, mantener el equilibrio encima de las ruedas.