Dárselas de entendido en el mundo del vino no es solo seguir a rajatabla el protocolo que hacen los verdaderos profesionales a la hora de catar un buen caldo. Saber algo del mundo vinícola, o al menos que no le den a uno gato por libre cuando compra una botella o prueba una copa, es tan sencillo como desterrar de la mente algunos falsos mitos que desde hace años acompañan a esta bebida.
Y es que este mundo gastronómico también tiene sus clichés, tanto entre quienes son consumidores habituales como entre quienes se inician en el arte del vino dando sus primeros sorbos a un tinto o a un blanco de lo más fresquito. Estas son algunas de las falsas creencias que no permiten disfrutar de una buena copa como se merece.
Cada vino con su plato
En muchas ocasiones puede que se haya escuchado eso de que un vino blanco va bien sólo si se va a comer pescado y marisco, mientras que si se ofrece una receta de carne, lo suyo es apostar por un buen tinto. Primer mito a desterrar. La gastronomía, sobre todo la nacional, está repleta de matices y complejidades que le dan ese toque tan único, y no es tan encorsetada a la hora de disfrutar del perfecto maridaje con cada uno de los platos que se presentan en la mesa.
Así, hay pescados que pueden hacer un tándem perfecto tanto con un vino blanco como con el mejor de los tintos; y lo mismo pasa en el caso de la carne con un sorbo de un color y aspecto más pálido. Algo similar a lo que ocurre con el postre, ya que también admite algo más que las clásicas variedades espumosas para acompañar este final dulce. En este caso no hay reglas estrictas, solo dejarse guiar por el profesional en cuestión para que recomiende el mejor caldo.
Nada de hielo
Otro error muy extendido. Los que se las dan de sumilleres dicen que no se puede poner hielo en una copa de vino, que es una aberración gastronómica. Sin embargo, cualquier buen enólogo o responsable de bodega que se precie argumentará que no es para tanto añadir un par de cubitos helados.
En ocasiones, se echan para rebajar un poco la graduación alcohólica o bien darle algo más de frescor al vino si, por ejemplo, está más caliente de lo habitual. No pasaría nada por hacer este gesto. No quiere decir que la bebida se vaya a estropear o que el sabor del mismo vaya a cambiar. Así, pues, segundo mito alrededor del vino que no es cierto.
Beberlo al momento
Salvo que sean varios los comensales, no es recomendable que una persona sola se beba una botella en apenas un día o unas horas. Primero, por salud, y segundo, que esta afirmación no tiene sentido ya que un vino no se estropea al minuto. Sí es cierto que una vez descorchado y abierto, el aire va entrando y esto hace que el caldo se vaya oxidando. Pero no es algo que ocurra en cuestión de poco tiempo.
Lo mejor en este caso, y si no se ha consumido del todo, es tapar bien el recipiente con su propio corcho o con un tapón especial (se puede comprar en cualquier enoteca), y después meterlo en frío. Así puede estar perfectamente abierto durante dos o tres días con la misma calidad, sabor y aroma que el primer sorbo. El error está en si se deja sin tapar y a temperatura ambiente.
Más mitos
Pero hay más argumentos sin fundamento en este sentido, como el que dice que estos caldos mejoran con el paso del tiempo. Sin embargo, esto no siempre es cierto, ya que depende de cada vino. Con los años claro que cambian ciertos matices, propiedades y aromas, pero esto no quiere decir que sea a mejor en todos los casos, ya que va en función de las particularidades de cada caldo.
Y un último mito a tener en cuenta por si alguno se las quiere dar de experto sumiller. Con oler un corcho no se puede saber nada acerca de la calidad del vino que está ahí embotellado. Al acercarse este tapón a la nariz, uno debe notar que huele a este material natural, nada más. Este gesto solo se hace para saber (en el caso de los profesionales y expertos) si hay algún defecto en la bebida antes de ofrecerlo al comensal.